Este reflexionaba ayer, a propósito de las , sobre cómo . Estas épocas de globalización y de tecnologías de punta eran solo ficción de nuestras series de TV favoritas. En mi niñez, solo los privilegiados tenían un teléfono de casa y en la TV veíamos a Maxwell Smart hablando con un teléfono adicionado a su zapato, el inolvidable ‘zapatófono’ que lo sacaba de apuros. El pionero del celular de hoy. Ahora, el codiciado teléfono de casa, aquel que todos se lo disputaban y al que algunos padres ponían candado para que el hijo o hija no hablaran horas con los enamorados, duerme el sueño de los justos. 

Ni la empleada del hogar le da bola, porque ella también tiene su moderno smartphone con megas ilimitados para hablar todo el día. En mis tiempos infantiles en la Unidad Vecinal Mirones, Fiestas Patrias eran sinónimo de circo. Fuimos afortunados de ver los mejores en el cercano Coliseo Amauta. Recuerdo también los desayunos domingueros con chicharrones y relleno. Eso sí, se hablaba muy poco de política en la mesa, porque sencillamente vivíamos en una dictadura militar. No había libertad de prensa, todos los diarios estaban confiscados y decían lo mismo. 

Vivíamos en un ‘mundo maravilloso’ con el general como gran ‘guía de la revolución’. ‘¡Chino, contigo hasta la muerte!’, reseñaban los periódicos más sobones. En cambio ahora, los diarios destacan las ‘metidas de pata’ del Gobierno. Escucho muchas quejas en torno a PPK. Volvió a hacer la de Ricardo Gareca en Fiestas Patrias: o no hace cambios o los hace mal. , en el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, o sea, a la responsable de firmar la repudiada adenda de Chinchero, es un tremendo autogol. Es como si sacaras a Paolo Guerrero en un partido decisivo para la clasificación al Mundial y haces entrar al ‘Rey de los bloopers’. ¡La malogras toda! 

Pero bueno, les contaba que en mis tiempos la gran mayoría de la prensa estaba amordazada, aunque este columnista tuvo la gran suerte de que su abuelo y su tío Kike compraran una revista de oposición como ‘Caretas’, donde te decían la verdad y desnudaban los atropellos de la dictadura militar. Por eso el gran Enrique Zileri, su director, fue varias veces deportado y su revista clausurada.
En estas Fiestas Patrias en democracia, es bueno recordar a esos periodistas valientes que arriesgaron su pellejo defendiendo los principios democráticos y la legalidad. 

Eso le comentaba a mi hija, no como otros que se venden al gobierno de turno por un plato de lentejas, perdón, ‘por fajos verdes que les gustan como caramelo’, con . Cuando pienso en la Parada Militar, me acuerdo de mi ‘viejito’ Julio. No tenía tiempo para nada porque trabajaba en su horario y horas extras para darnos una buena educación. Pero en Fiestas Patrias se reivindicaba. Como era supervisor de la fábrica, enclavada en plena avenida Brasil, nos llevaba y allí el dueño judío levantaba una pequeña tribunita para los gerentes y empleados con sus familias. 

Creo que, más que por ser buena gente, lo hacía para quedar bien con el ministro de Trabajo del gobierno militar. El asunto es que desde allí, algo lejos de la tribuna oficial por Fiestas Patrias, pero cómodamente instalados, veíamos el paso del imponente armamento militar que Juan Velasco Alvarado le había comprado a los rusos, como los aviones Sukhoi y las ametralladoras antiaéreas Kalashnikov. Como era enanito y muy curioso, me ‘colaba’ donde estaban el dueño de la fábrica con sus amigotes y le oía decir: ‘Esto no es nada, el ‘Chino’ (Velasco) tiene muchísimo más armamento escondido en La Joya (base militar subterránea de la Fuerza Aérea, en Arequipa), que se cuiden los chilenos que nos vamos hasta Tarapacá’. Era un secreto a voces que, después que Pinochet le dio el golpe militar a su amigo Salvador Allende, hubo planes peruanos de recuperar Arica. Pero bueno, esa ya es otra historia. Apago el televisor.

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