A feroz sicario no le importaba la vida de sus víctimas y lo acusan de nueve asesinatos. (Fotos: Trome)
Michelin, sicario

Este pensaba que a un periodista, con más de treinta años de carrera y siempre recorriendo las calles, ya nada lo podía sorprender ni conmover. Confieso que estaba equivocado. Pensaba que después de haber vivido en carne propia la violencia homicida de Sendero Luminoso, con sus asesinatos selectivos, sus coches bomba, atentados y apagones, ya nada podía ser peor. Pero me equivoqué, ya que lo que veo hoy en mi país es desgarrador.

¿Cómo terminas con el ejército de sicarios veinteañeros que están regando de sangre Lima y el resto del país? Jóvenes que por mil, dos mil o cinco mil soles no matan a uno, matan a cinco o diez personas sin ningún rubor. Allí tenemos a quien tiene nueve homicidios a cuestas a sus solo 22 años. Él mató a un joven barbero justo cuando le cortaba el cabello a un cliente en su local, en La Victoria. ‘Michelín’ llegó y le disparó a quemarropa. Cuando salía volteó y vio que su víctima todavía se movía. Regresó y lo baleó en el suelo otra vez. Así como él, hay decenas de jóvenes del Callao, La Victoria, San Juan de Lurigancho o Comas, que están remojando sus balas en agua bendita, esperando una llamada o colocando avisos en las redes ofreciendo sus servicios de sicariato. Estas lacras han encontrado un lugar en la ‘bolsa de trabajo’ de los bajos fondos.

Son ellos los que no tienen escrúpulos en acribillar a una madre de familia cuando iba a dejar a su niña al nido, en San Martín de Porres. Los que acribillaron a una abogada cuando llegaba a su estudio, en Manchay. Cuando más corrupción y mafias se generan en las obras de construcción civil, más requerimientos de ‘chamba’ caen en los sicarios juveniles, dispuestos a apretar el gatillo sin importar el sexo ni la edad de la víctima. Todo para gastar el dinero sangriento en ropa de marca, tragos finos, relojes Rolex y todavía les gusta la figuración, reconocimiento, pues cuelgan fotos con sus revólveres y joyas en las redes. ¿Dónde están los antropólogos y los sociólogos que no los estudian como el fenómeno social que son?

En la película ‘Caracortada’, ‘Tony Montana’ presta apoyo a un narco boliviano para que pongan una bomba en el carro de un periodista que iba a denunciar al traficante ante las Naciones Unidas, en Nueva York. Ponen el explosivo, pero en el carro no solo iba el periodista, también recogieron a sus dos hijitos del colegio. El sicario del boliviano quería hacerlos estallar a todos, pero ‘Tony’ se opone y lo mata en el carro, por lo que se gana una guerra con el capo que precipita su fin. Esos códigos no los tienen los sicarios que ahora matan a madres de familia. Vivimos una descomposición social a todo nivel. Nunca antes se ha visto que un exdirector general de la Policía se haya involucrado en una Esto nos deja estupefactos.

En el Rímac, una turba, en su mayoría mujeres, Entre todos golpearon a los custodios y liberaron al delincuente. No hay ningún respeto a la autoridad. Los feminicidios también son pan de cada día. Se usa de todo: pistolas, cuchillos, martillos y fuego para acabar con una pareja que ya no quiere retomar la relación. Parece ser que vivimos en una sociedad donde no hay ninguna opción que no sea la muerte o la agresión. Como esa mujer que, en pleno mercado de ‘Las Malvinas’, le arrojó thinner mezclado con terokal a los ojos de una venezolana, a la que acusaba de quitarle a su marido y la dejó ciega. Vivimos en un país donde ya nadie está seguro. La justicia no funciona en el país.

El porque no se dejó violar. Seguramente le darán 35 años de cárcel. Este columnista no le importa no ser políticamente correcto. Ese miserable no merece que los peruanos lo mantengamos con nuestros impuestos. A estos desalmados se les debe aplicar la pena de muerte. La violencia, la delincuencia está desbocada y está ganando la batalla a la legalidad, a los peruanos de a pie. Mientras tanto, los políticos se pelean entre ellos por sus corruptelas y el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, es acusado de estar vinculado a ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’. Peor que nunca. Apago el televisor.

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