Este , a raíz de que el presidente norteamericano Donald Trump despidió al jefe del FBI, James Comey, recordaba al sinestro , el mítico jefe de este organismo policial del gobierno federal estadounidense. Fue él quien fundó el FBI y cuando asumió su dirección no paró hasta convertirlo en un monstruo todopoderoso, bajo cuya celosa mirada de ‘rayos x’ tenía a millones de personas, desde el canillita del barrio hasta el mismísimo presidente de Estados Unidos. Estuvo a la cabeza del FBI durante el mandato de ocho presidentes estadounidenses, algunos de los cuales quisieron deshacerse de él, pero no pudieron. 

Solo la muerte logró removerlo de un cargo para el que parecía haber nacido y por el cual incluso renunció a ser un hombre normal. A J. Edgar Hoover lo acusaban de derechista, patriotero, atildado, misógino, homófobo, antiizquierdista, antisemita y racista; sin embargo, vivía solo con su madre, en absoluto misterio, para evitar ser el centro de las comidillas que nunca faltaron, como la de su homosexualidad e íntima relación con su adjunto. Decían que le gustaba vestir, en cierta ocasiones, ropas femeninas, pero nunca una foto salió a la luz. Este personaje fue durísimo con todo el mundo, pero no chocó con la mafia, que se hizo más poderosa en los años en los que manejaba con mano de hierro la información en el país. 

Y es que se decía que la ‘Cosa Nostra’ sí tenía pruebas irrefutables de sus ‘debilidades’ -como imágenes donde se le veía llevar prendas de mujer-, que hubiesen destruido su reputación de ‘defensor de las buenas costumbres norteamericanas’. Como mencioné en la columna de ayer, J. Edgar Hoover tuvo muchos imitadores, pero no le llegaban ni a los talones, como el caso de .

Mientras J. Edgar Hoover era un finísimo calzado de diseñador, Vladimiro Montesinos era una zapatilla vieja. Para empezar, Hoover nunca se ensució las manos por el vil dinero. Sus cochinadas las hacía ‘en nombre de la Nación’. Además, Montesinos estableció, en los noventa, una alianza con el poderoso narcotraficante Demetrio Chávez Peñaherrera, ‘Vaticano’, también apodado el ‘Pablo Escobar peruano’. Este exportaba al año 60 mil kilos de cocaína y utilizaba como pista de despegue y aterrizaje la Carretera Marginal de la Selva, justo al costado de la base contrasubversiva de Campañilla. ‘Le pagaba 50 mil dólares mensuales a Montesinos para que me deje trabajar’, decía el narco. 

En esos años, Vladimiro Montesinos hasta viajó a Campanilla para festejar el cumpleaños de ‘Vaticano’, quien juró que en una noche de copas con champán francés, el ‘Doc’ intentó besarlo y tocarle el miembro viril. Quizá en este punto Vladi sí estuvo un tanto cerca de la personalidad de su ídolo norteamericano. Cuando le quiso cobrar cien mil dólares, el narco se negó, el ‘Doc’ le declaró la guerra y lo metió preso. En el libro de Toño Angulo, ‘Llámalo amor si quieres’, se narra una historia pervertida del jefe del Servicio de Inteligencia. Un día, el ‘Doc’ le dijo a uno de sus oficiales de más confianza en la playa Arica: ‘Quiero que veas la pose del esquiador’. Colocó unos videos donde se veía a Vladi, su novia y un stripper que había conocido en Estados Unidos al que traía especialmente y por el que pagaba miles de dólares robados al fisco. 

Luego de bailar desnudos, los tres se sentaron en un sillón, la novia al medio y los dos a los costados. En eso, ella comenzó a agarrarles a ambos sus partes íntimas, como si de verdad estuviera esquiando. Lo alucinante, según el testimonio del ayudante de Vladimiro Montesinos, es que en un momento el asesor exclamó: ‘¡Mira, mira, ella lo mira a él y no a mí!’. En efecto, la muchacha, mientras ‘esquiaba’, le lanzaba miradas lujuriosas al morocho bailarín. Pero Montesinos no solo era mañosazo, ni se conformaba con traficar toneladas de cocaína. 

En 1999, en asociación con exmilitares amigos suyos, como Luis Aybar Cancho, encomendó transportar diez mil fusiles ametralladoras compradas a traficantes jordanos para entregárselas a la guerrilla colombiana de las FARC. Al ser descubierta esta operación por los Estados Unidos, Vladimiro Montesinos traicionó a sus subalternos, los hermanos Aybar, y los denunció como traficantes de armas y narcos, sin darles ninguna posibilidad de que lo denunciaran a él. Por este delito, Montesinos fue condenado a 20 años de prisión. Narcotraficante, traficante de armas y todavía traidor. ¡Toda una joyita! Apago el televisor.

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