Este no puede dejar de evocar su maravillosa época de los años ochenta, aquella cuando éramos ‘lagartazos’ universitarios, vivíamos en la calle, en San Marcos, nos sumergíamos en los cineclubs, conciertos de rock, punk y fusión, y disfrutábamos de tonos, viajes y guapas mujeres. En esos mejores años de mi vida conocí al cineasta Jonathan Demme. Sí, el director que después de hacer cine de serie B pasaría a producir videoclips rockeros (Talking Heads, New Order, UB-40, Neil Young y Bruce Springsteen, entre otros). 

También hizo documentales de bandas de culto ochenteras hasta que arrasara con los Óscar -él mismo obtendría el premio al mejor director- al dirigir uno de los filmes más aterradores de la historia, ‘El silencio de los inocentes’, que nos presentó a uno de los villanos más indescriptibles del celuloide: el psiquiatra Hannibal Lecter, ese caníbal, literalmente, que inmortalizó a Anthony Hopkins. El neoyorquino Jonathan Demme acaba de morir a los 73 años, víctima de un cáncer al esófago.

Después de ganar la estatuilla dorada, Jonathan Demme aprovechó para proponerle a un gran estudio realizar una película sobre un tema que todavía era tocado con pinzas en Hollywood: el Sida. Así nació ‘Philadelphia’, un filme que removería conciencias. A manera de homenaje, paso a recordar tres películas, verdaderas ‘joyitas’ del ‘papá’ de Hannibal ‘Caníbal’ Lecter, que deben ir obligado a buscar en DVD o Blu-Ray.

STOP MAKING SENSE (1984): Recuerdo que gracias a mi amigo, el escritor Oscar Malca, pude ver en su ‘depa’ este documental sobre un concierto del grupo de culto Talking Heads. Jonathan Demme y el líder y vocalista de la banda, David Byrne, concibieron este recital como si fuera una novela no escrita sino cantada y bailada, que mostraba a un alucinante Byrne, vestido con un terno del doble de su talla, que canta como todo un poseído en el escenario. No es la filmación de un concierto tradicional, pues el director, armado de siete cámaras, vio más allá de lo evidente y filmó los demonios y el espíritu de los músicos y brindó a la posteridad la magia visual y sonora de un grupo que iluminó de creatividad la década. Tres noches de vanguardia condensadas en hora y media de documental filmado por un adelantado.

EL SILENCIO DE LOS INOCENTES (1991): Cuando todos pensaban que había agotado sus balas con una cinta menor, ‘Casada con la mafia’ (1988) con Michelle Pfeiffer, Jonathan Demme asombra al mundo con una película que fue más allá de los géneros. Fabricó un híbrido entre el terror y el thriller y supo interpretar el espíritu de la notable novela de Thomas Harris. Dicen que el director era un sabio, culto, y sabía sacar lo mejor de los actores. Nunca Jodie Foster, que interpretó a la novata estudiante de la academia del FBI, Clarice Starling, ni Anthony Hopkins, como el psiquiatra que asesinaba a sus víctimas y se comía sus órganos con vino Chianti, tuvieron actuaciones tan extraordinarias, espléndidamente secundados por Scott Glenn en el papel del pétreo jefe del FBI, Jack Crawford. La cautivante historia de una joven estudiante que ingresa a la celda ultracustodiada del criminal más sanguinario e inteligente de Estados Undios, con el objetivo de pedirle ayuda para capturar a un asesino en serie, un cruel transexual que se hace llamar ‘Buffalo Bill’, quien mata a jovencitas regordetas para despellejarlas y, con la piel, confeccionarse un vestido, llenó de terror las salas de los cines a nivel mundial. Con justicia ganó cinco premios Óscar, entre ellos al mejor director, actriz y actor. Clarice, ¿sigues escuchando gritar a los corderos?

PHILADELPHIA (1993): Una apuesta arriesgada en tiempos en que buena parte del mundo prefería mirar a otro lado o taparse los oídos cuando alguien hablaba del virus del Sida. Jonathan Demme tomó el toro por las astas y convenció a los estudios de fichar actores taquilleros como Tom Hanks y Denzel Washington, y a Antonio Banderas, un español todavía desconocido en Norteamérica, para plasmar este drama conmovedor e intenso. Hanks es un abogado gay de una gran firma de Philadelphia que es echado de la misma porque tiene la peste rosa. Junto a su familia y su novio, un inmigrante español, deciden entablar un juicio al poderoso bufete por despido arbitrario. Solo un hombre de leyes afroamericano acepta defender su caso, en una lucha titánica entre David y Goliat. Descanse en paz, maestro. Apago el televisor.

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