Este leyó una noticia sorprendente: la emblemática película peruana ‘Juliana’ (1989), dirigida por Fernando Espinoza y Alejandro Legaspi, del Grupo Chaski, fue , y podrá verse nuevamente desde el 9 de enero próximo. El filme se convirtió en un boom que logró llevar 600 mil asistentes.

Los directores del Grupo Chaski ya habían sorprendido a la crítica con su primer largometraje, ‘Gregorio’ (1984), la historia de un niño migrante de la sierra en la gran ciudad. Pero en ‘Juliana’, si bien nuevamente abordan el tema de los menores que trabajan en la calle, apuestan por presentar a toda una pandilla de chiquillos que son explotados por ‘don Pedro’ (notable Julio Vega en su papel de villano), un tipo sin escrúpulos y maltratador de niños que anda metido en oscuros negocios, pero sus mayores ganancias las obtiene obligándolos a subir a cantar en los micros y ómnibus para pedir limosna. Juliana (Rosa Isabel Morfino) es una niña que se ‘cachuelea’ regando las flores de los difuntos en el cementerio ‘El Ángel’, pero está cansada de recibir los maltratos de su padrastro y solo tiene a su madre, a la que también ayuda a vender comida de manera ambulatoria.

Harta del infierno familiar, se va de la casa. En la calle comprueba lo peligroso y desventajoso que resulta para una niña conseguir integrarse a una banda de ‘pirañitas’, por lo que opta por cortarse el pelo y vestir ropas masculinas para convertirse en ‘Julián’ y así se integra a la casa de ‘don Pedro’, donde tiene un techo y alimento, pero debe soportar su violencia, gritos, mal humor y explotación.

Es aquí donde la película se vuelve testimonial, los chicos de la calle, con quienes trabajaron los del Grupo Chaski, cuentan sus terribles testimonios frente a la cámara. Son relatos conmovedores, algunos con lágrimas en los ojos. Hablan el ‘Jirafa’, ‘Pelé’, ‘Clavito’ (hermano de Juliana), ‘Nabo’, ‘Gusano’, ‘Loco’, ‘Moni’ y el ‘Cobra’.

A diferencia de ‘Gregorio’, esta vez nos presentan un espectro mucho más integrador con chicos de Chincha, los mellizos Ballumbrosio, mestizos, hasta uno al que llaman ‘gringo’. El Grupo Chaski, fundado por el recordado suizo Stefan Kaspar, marcó distancias de las propuestas que imperaban en aquella época de tremenda turbulencia política: hiperinflación del gobierno aprista de Alan García, ‘paquetazos’, corrupción y lo peor, el terrorismo de Sendero Luminoso y los excesos de la lucha antisubversiva, que brillantemente retratara Francisco Lombardi en ‘La boca del lobo’ (1988), o contra el narcotráfico con ‘La fuga del chacal’ (1986), de Augusto Tamayo San Román.

El Grupo Chaski prefirió mostrar una cara oculta, sórdida e injusta de la explotación a los llamados ‘niños de la calle’. Por eso, este largometraje recibió muchos premios internacionales, como el de mejor película en el Festival de Cine de La Habana (1988), igual en el Festival de Cine Latinoamericano en Huelva, España (1988) o el festival de Cine de Cartagena, Colombia (1989), entre otros galardones.

Juliana es una lideresa, una jovencita que tuvo que encabezar un rebelión infantil. Pero no todo es drama para los ‘chicos de don Pedro’ y en el filme también se refleja su inocencia, su humor y su filosofía, cuando Juliana dice una frase de William Shakespeare: ‘La vida está hecha de la misma tela de la que se hacen los sueños’. Con la música de José ‘Pepe’ Barcenas, la producción permitirá a las nuevas generaciones ver cómo era la Lima de los ochenta, con esos micros de una sola puerta ensamblados por Moraveco, sin Metropolitano, buses del corredor azul, tren eléctrico y más bien, con puros Volkswagen. Incluso los cines donde se estrenó hace treinta años han desaparecido, como el Roma, República, el barranquino Premier o el City Hall.

Apago el televisor.

tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC