Callao. (Juan Ponce / El Comercio)
Callao. (Juan Ponce / El Comercio)

Este Búho sintió indignación cuando observó el reportaje de ‘Panorama’ sobre los extremos de violencia a los que se ha llegado en el Callao. Dos bandas de pandilleros, de entre 15 y 25 años, se enfrentaron en una infernal balacera de ¡media hora! Pese a que los aterrorizados vecinos llamaban a la policía, ni un patrullero, ni una tanqueta del Ejército se apareció. Y eso que era poco más de las 9 de la noche.

Según los vecinos, esta ‘guerra urbana’ es pan de todos los días entre las pandillas de ‘Barrio 5’ y ‘La Siberia’, a dos cuadras de la Mar Brava, convertida en tierra de nadie. Gran parte de la juventud de estas zonas deprimidas cruza la línea y conforman bandas delictivas. La mayor cantidad de plata y la más fácil la obtienen de la extorsión a los contratistas de las grandes obras que se hacen en el puerto.

Antes, la manada de ‘Los injertos de Caracortada’, liderada por Eduardo Christian Moreno, ‘Caracortada’, tenía la ‘exclusividad’ en las extorsiones a las constructoras, que desde que firman contratos, destinan un 5% del presupuesto total de la obra al rubro ‘impases’, léase extorsiones por dinero o cupos de ‘trabajadores fantasmas’.

Eduardo Moreno, un delincuente temible, acusado por tráfico de drogas, robo agravado, homicidio y extorsión, era el patrón y quien osaba interferir en sus negocios terminaba asesinado a manos de sicarios. Increíblemente, salió del penal de Challapalca y volvió a hacer de las suyas en el puerto. Hace poco fue recapturado. Con el jefe de ‘Los injertos’ preso, las pandillas de ‘La Siberia’ y ‘Barrio 5’ decidieron ‘batutear’ el lucrativo negocio de las extorsiones por obras. Justo cuando se acaban de iniciar obras de asfaltado de pistas y construcción de veredas en el jirón Marco Polo, en ‘La Siberia’. Ese es el principal motivo de esta ‘guerra’.

Pero ¿dónde están las autoridades policiales y militares del Callao? Todos los vecinos saben dónde viven los pandilleros y jóvenes hampones. Las armas, la droga, las tienen camufladas en sus viviendas, en covachas o callejones donde nadie puede ingresar.

¿Qué esperan la Policía y el Ejército para hacer ‘barridos’ e ingresar casa por casa para ‘cazar’ a los angelitos y destruir sus arsenales? Así la policía logró pacificar a las inexpugnables y peligrosas favelas de Brasil, cuando se produjo la primera visita del Papa, que se iba a alojar solo a unas cuadras de la peligrosa zona. Las cifras de las muertes violentas en el puerto son terroríficas: en lo que va de este año, 60 personas han caído por sicariato.

La destacada historiadora Carmen Mc Evoy, ilustre chalaca, sostenía en un artículo en el Decano: ‘No hay que olvidar que en el Callao, señorío de Los Cuellos Blancos y en su momento de Caracol, su cliente estrella, se hospeda y exporta cerca de la mitad de la producción de cocaína peruana. Lo ocurrido en la compañía Eslimp –una maquinaria mafiosa que contrataba a miles de empleados fantasmas– no es más que la punta de un iceberg. El develamiento de múltiples tramas de corrupción, la más poderosa del narcotráfico, permitirá iluminar la dinámica de la ecuación hampa-política’.

Claro, todo empeoró cuando un expresidente regional, hoy preso con toda justicia, decidió entregar armas a los delincuentes para que le den ‘seguridad’.

Allí se ‘jodió’ el Callao. Esperamos que el Ministerio del Interior, la Policía Nacional, el Ministerio de Justicia y la Marina intervengan. Estamos en emergencia, se debe intervenir el Callao y sus zonas ‘rojas’. Que a los indeseables los manden, no a ‘Sarita Colonia’ -su hotel tres estrellas-, sino a penales en Cerro de Pasco y Puno. A grandes males, grandes remedios. Tolerancia cero.

Apago el televisor.

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