En ele capítulo final de Dirty John, se enfoca en la vida de Meehan y cuenta la relación que tenía con su padre. (Foto: Netflix)
En ele capítulo final de Dirty John, se enfoca en la vida de Meehan y cuenta la relación que tenía con su padre. (Foto: Netflix)

Este Búho se sorprende con los casos que presenta la serie de Netflix, ‘Dirty John’, creada por Alexandra Cunningham, cerebro de la exitosa y escandalosa serie ‘Desperate Housewives’ (Mujeres desesperadas).

Por ello, en su nuevo proyecto, privilegió dos casos de maltratos a la mujer. La primera temporada, titulada precisamente ‘Dirty John’ (2018), retrata la terrible historia del turbulento y traumático romance entre Debra Newell (Connie Britton) y el carismático psicópata John Meehan (Eric Bana), quienes se conocieron por Internet, y se convirtió por parte de John en una atroz red de engaños y terror psicológico que destrozó a la familia, sobre todo a la inocente hija de ella. La historia de la ficción y la original son un calco.

La miniserie recrea fidedignamente la miserable vida del verdadero John Meehan, quien siguió los pasos de su padre, un truhan y gran manipulador. En la cinta vemos cómo el desalmado progenitor se convierte en un verdadero maestro del mal para su pequeño hijo. Según los psicólogos, John era un “imán para las chicas” y se creía “con un sentido de su inteligencia superior”. Además, desde joven malentendió que “sus dones proporcionaban atajos” para conseguir lo que quisiera. En ese marco, John saltaba frente a autos para que lo atropellen y así extorsionar a los choferes o ponía cucarachas en su comida para ganar acuerdos legales a restaurantes de lujo.

Además, una vez fue atrapado vendiendo cocaína a finales de los años ochenta. Se graduó de la Universidad de Arizona en 1988 y después asistió a la Escuela de Derecho de la Universidad de Dayton, donde recibió el apodo de ‘Dirty John’ por las muchas mujeres con las que se acostaba y por su criminal comportamiento.

John conoció poco después a Tonia Sells, una enfermera de unos 20 años con la que se casó en 1990 y quien lo ayudó a conseguir su licencia como anestesista. Sin embargo, después de diez años y dos hijos, se separaron y comenzó a amenazarla, diciéndole que disfrutara “el tiempo que le quedaba en la Tierra”. Todo porque ella descubrió que era adicto a drogas usadas por los anestesiólogos y las robaba del hospital. Fue a prisión, al salir, viajó a California y conoció vía ‘citas por Internet’ a la otoñal y millonaria Debra y la historia se tornó terrorífica. La enamoró, se enfrentó a las hijas de ella, las alejó de su madre. Se casó sin separación de bienes y cuando la esposa descubrió que le robó cien mil dólares y que todo lo que le había contado era falso, la botó de su propia residencia frente al mar, se quedó con sus autos de lujo y amenazó con matarla a ella y a sus hijas. Tanta maldad, tanta locura maligna, debía tener un freno. Pero el final fue demasiado sangriento, en una lucha sin cuartel entre un ángel y un demonio.

La segunda temporada fue notable y abordó el tristemente célebre caso del ama de casa norteamericana Betty Broderick (interpretada notablemente por Amanda Peet), quien mató a su exesposo, un prestigioso abogado millonario de California, Dan Broderick (cínico Christian Slater).

No solo acabó con la vida de quien fue su marido, sino también con la de la nueva esposa de este, Linda (bella Rachel Keller), una joven de 28 años, quien era su asistente. Lo espeluznante del caso es que la desquiciada mujer se metió a las cinco de la mañana a la residencia de sus víctimas y las mató mientras dormían. A su rival, a la que acusaba de haber destruido su matrimonio de cuatro hijos pequeños, le descerrajó dos balazos, uno en la cabeza, y a Dan Broderick, al que acusaba de haberle arrebatado a sus niños y de haberla mandado a la cárcel por acoso y vendido la residencia que compraron ambos en los tiempos en que todo era felicidad entre ellos, le disparó en el pecho.

‘Dirty John’, dos temporadas para verlas escuchando un tema clásico de Pat Benatar: ‘El amor es un campo de batalla’.

Apago el televisor.


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