Este Búho le fue a dar el último adiós a ese símbolo del folclore afroperuano llamado . Ella partió a armar tremendas jaranas con San Pedro a ritmo de festejo. Fue una embajadora de la música negra con esa maravillosa troupe que se llamó ‘Perú Negro’ y que viajaba por el mundo con Victoria Santa Cruz y Rolando Campos. El legendario tema ‘Toro mata’ lo interpretaba de manera inigualable. ‘El guaranguito’, ‘Saca camote con el pie’, la pegajosa ‘Peruanita bonita’, ‘No te he dado motivo’, ‘Negrito chinchiví’ y ‘El mayoral’ estaban entre lo mejor de su repertorio. 

Este Búho ingresa al túnel del tiempo: década de los setenta, los sábados en Panamericana había un programa ómnibus. Después de ‘Trampolín a la fama’, se presentaba el espacio criollo ‘Danzas y canciones del Perú’, que conducía Edith Barr. Allí era caserito el grupo ‘Perú Negro’ y allí escuché por primera vez ese himno de la peruanidad, de nuestras raíces de inga y de mandinga, el ‘Toro mata’. No había fiesta en mi barrio de Mirones en la que no tocaran ese tema. 

La versión más popular fue recopilada del folclore de los esclavos negros de San Luis de Cañete. Según los estudiosos, en las haciendas del sur chico de Lima se realizaban corridas de toros y, cuando moría un toro, los hacendados mandaban prepararlo en grandes banquetes a los que asistían latifundistas de Lima, Chincha y hasta de Acarí. Los esclavos hacían fiesta cuando moría un toro. Los peninsulares solo comían la carne y botaban las vísceras, como el hígado, el corazón, o sino, se los regalaban a los esclavos. Por eso la letra dice: ‘Toro mata ahí, toro mata/ toro mata, rumbambero, ay toro mata/ Toro viejo se murió/ mañana comemos carne, ay toro mata...’. Los esclavos africanos recordaban que en la tierra de sus ancestros comían las vísceras de venados y búfalos, que cazaban en la sabana.

La diferencia era que en el nuevo mundo tenían un insumo insuperable y sabroso: el ají. Los esclavos maceraban las vísceras toda la noche con ají, especias varias, chicha y las freían en improvisadas planchas de metal. Los españoles se sorprendían de que esas frituras humildes tuvieran un olor tan exquisito. Fue así como nacieron los anticuchos, los choncholíes, el hígado, el rachi, el cau-cau. El gran Caitro Soto, recopilador de la versión más conocida del tema que interpretaba magistralmente Lucila Campos, hablaba de otra versión, en la que el toro no muere, sino el torero. En esta versión de Soto, el torero ‘Pititi’ no mata al animal, sino que este muere de viejo. 

Y aunque la primera versión la grabó Cecilia Barraza en 1973, y la han interpretado otras grandes voces del criollismo como Eva Ayllón, y del afro como Susana Baca, los entendidos aseguran que ninguna es más pícara y con más sabor que la de ‘La reina de las polladas’. Fue una persona de temple. Su hija Zoila la recuerda así: ‘Ella fue una mujer de carácter, no le importó separarse del padre de su engreído, mi hermano Peter Ferrari, y lo crio sola’. Definitivamente, aparte de una implacable diabetes, Lucila Campos sufrió un duro golpe con la prematura muerte del modelo. 

Lucila Campos supo sobreponerse a la amputación de una pierna hace siete años, se hizo célebre con sus polladas, que no era solo vender pollo frito con papa, ensalada y cerveza. Sus eventos eran largas jornadas de puro criollismo, porque los asistentes la querían escuchar. ¿Quién no tocaba en su vieja radiola esas producciones de Lucila Campos con Óscar Avilés y el ‘Zambo’ Cavero? ¡¡Qué tal...trío!! (1980). Tremendo jaranón deben estar armando en el bar de San Pedro. 

Con Lucila Campos se va una parte de esa peñas criollas que, lamentablemente, van desapareciendo. Ella es de la época de oro de locales como ‘El Chalán’, ‘La Palizada’, ‘La Valentina’ y ‘El Eslabón’. Tiempos que no volverán. Con justicia el Ministerio de Cultura le dio los honores que merece y sus restos se velaron en el hall de la Biblioteca Nacional, luego en una peña barranquina, donde ella realizó sus últimas presentaciones, y finalmente en su casa de Lince. Escenario de centenares de jaranas de dos días con aguadito ‘levantamuertos’. Así la recuerda su legión de amigos y admiradores. Se fue Lucila, la reina del folclore afroperuano. ¡¡A sacar camote con el pie!! Apago el televisor.

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