Este Búho fue de niño, adolescente y joven universitario, amante del . Me hice fanático del deporte de los puños gracias a las revistas argentinas El Gráfico y Goles, que compraba los martes mi tío Kike. Allí leí por primera vez el nombre del boxeador Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán, el ‘Cholo’ de Panamá, justo cuando consiguió el título mundial ligero ante el favorito, el escocés Ken Buchanan. Ken estaba catorce a cuatro arriba en las apuestas. 

Fue tan confiado que, siendo campeón, no exigió pelear en Wembley y aceptó hacerlo en Nueva York, donde después de un encarnizado combate, que al final logró dominar el panameño, el europeo, sabiéndose derrotado por puntos, fingió un golpe bajo y se tiró a la lona. No pudo engañar a los jueces, Durán ganó el título mundial y se convirtió en un héroe para el pueblo panameño, que en esos tiempos del general Omar Torrijos, luchaba porque el Canal, manejado en aquel entonces por los Estados Unidos, les fuera reconocido como suyo. 

Durán, desde niño, había participado en esas violentas jornadas de protesta ‘antiyanqui’. Por eso, cuando sube de categoría y se atreve a retar al boxeador más técnico y carismático del momento y campeón olímpico, ‘Sugar’ Ray Leonard, derrotarlo se convierte en una cuestión de orgullo para todo Panamá. Todo esto se ve en la película Hands of Stone (Manos de Piedra) del director Jonathan Jakubowicz y que protagoniza el venezolano Edgar Ramírez como Durán y el inmenso Robert de Niro, como el famoso entrenador Ray Arcel, quien llevó a quince boxeadores al campeonato mundial y fue responsable de cambiarle la mentalidad y el estilo de boxear al ‘Cholo’, hasta entonces indómito, rebelde y chúcaro por naturaleza.

Las historias van paralelas: el Durán nacionalista que grita ‘Yankees, go home’, el romántico que se enamora de una blanquita bella y ‘pituquita’, Felicidad Iglesias, con la que se casara y viviera momentos de plenitud y tempestad y con la que actualmente vive su tercera edad. También se aprecia las dos convulsionadas luchas con Leonard, tanto la gloriosa con su victoria en Montreal y la vergüenza en la revancha, con aquel tristemente célebre ‘no más’ que gritó el panameño dándole la espalda a Sugar Ray Leonard. Pero Robert de Niro se pone la película al hombro, un actorazo en el papel del entrenador Arcel, a quien la mafia le perdonó la vida con la condición de que nunca más gane dinero con el boxeo

En el exilio, acepta entrenar al panameño sin cobrar un centavo, para ‘sacarle la vuelta a la cosa nostra’. En el epílogo, después de su abrupta caída, Durán toca fondo, pero gracias a la ayuda de Arcel, ya retirado, vuelve de la mano de su viejo entrenador y consigue la proeza de ganar dos títulos mundiales más, para ingresar definitivamente en la gloria y ser el mayor ídolo deportivo del pueblo panameño. La banda sonora se engalana con grandes temas de Rubén Blades, quien hace el papel de Carlos Eleta, el millonario mánager del panameño. 

Este Búho cuando viajó a Panamá, lo primero que hizo fue ir a buscar al ídolo. Su casa estaba en un barrio residencial, como decir una callecita adyacente a la avenida Larco, en Miraflores. Una casa en sus tiempos lujosísima, pero muy descuidada. Dos carros Mercedes, malogrados y sucios en el garaje y un par de motos Harley Davidson, que movilizan al excampeón. Nos recibió su hijo, que es futbolista y admirador del fútbol peruano, incluso amigo de Luis ‘Pana’ Tejada, y nos dio la mala noticia de que no podíamos ver a su viejito porque estaba de gira en Colón con su orquesta de salsa llamada ‘Felicidad’, en honor a su esposa. 

En el filme, el papel recae en la bellísima actriz cubana Ana de Armas. Los taxistas panameños no tienen muy buen concepto de ella. ‘Siempre le gustó la plata. No es justo que Roberto esté trabajando como cantante y no tenga un buen auto. Si él ha ganado millones de dólares en sus combates con Sugar Ray Leonard. Mientras él entrenaba en Las Vegas, Felicidad andaba metida en los casinos, gastándose toda la plata’. Sin embargo, Roberto Durán y Felicidad siguen juntos. No será millonario en billetes verdes, pero sí tiene conquistados los corazones de todos los panameños que lo idolatran. Apago el televisor.

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