Este Búho sigue a políticos desde que ingresó al periodismo hace tres décadas. Hace muchos años entrevisté a una primera dama de lujo, como Violeta Correa de Belaunde, junto a su esposo, el arquitecto, en su departamentito de Camino Real. Pequeño, austero ¡y eso que don Fernando había sido dos veces presidente del Perú! Él nunca integraría la nefasta ‘pandilla de expresidentes’.

Cuando el director de Trome me mandó a cubrir las elecciones del 2006, sentí que aquella pareja nacionalista, pese a que enarbolaba una equivocada vocación chavista, tenía ideales de servicio. Me los crucé en las comunidades de Puno, donde eran vitoreados.

representaba para esos comuneros pobres una suerte de Manco Cápac y  una Mama Ocllo, saliendo del Titicaca con su polito rojo, jeans, zapatillas y chullo. Prometían justicia, castigo para los corruptos y honradez. En esa elección, Ollanta ganó en la primera vuelta, pero su radicalismo chavista le jugó una mala pasada y Alan García encarnó la ‘salvación’ del Perú democrático y le dio vuelta en la segunda.

Recuerdo que en el 2007, Ollanta Humala convocó a directores y editores de medios a su local partidario. Quería saber por qué había sido derrotado. En qué había fallado. Trome llegó al local nacionalista y este Búho estuvo en representación del director. En realidad, nos había reservado poco tiempo, pero como había cubierto varias elecciones, entre ellas la de Alberto Fujimori y Vargas Llosa, el militar se entusiasmó y extendió la charla a más de una hora. En eso ingresó al local un camionetón guinda. ¡Era Nadine Heredia con el vehículo que les había prestado Álvaro Gutiérrez para la campaña y que nunca devolvió! Ni bien bajó, furiosa tocó la puerta con los puños. ‘¡Ollanta, ya sal, tenemos que conversar!’ Vi palidecer al comandante en retiro, pues ese no era un pedido, ¡era una orden! Allí observé al primer ‘cosito’ y también escuché la voz de quien sería la mujer que usurparía las funciones del presidente, quien destruyó la mayoría parlamentaria del oficialismo, nombró a su obstetriz embajadora en Francia y, lo más grave, se postró ante los millones de verdes de empresas brasileñas corruptoras. Pero esa es historia reciente.

Para las elecciones del 2011, nuevamente me encomendaron seguir a los candidatos. Punteaba el ‘Mudo’ Castañeda pero se desinfló faltando ocho meses. Luego, el ‘Cholo’ Toledo encabezó el pelotón, seguido por Keiko y PPK. “A ellos síguelos por todo el país”, me dijeron. Recorrí costa, sierra y selva. Pero una tarde en Sechura, después de ver cómo PPK zarandeaba a una chiquilla de su comando de campaña ‘porque no impidió que los periodistas le preguntaran sobre su pasaporte gringo’, llegué a Trujillo a esperar a Keiko, que aterrizaba al día siguiente. Paseando por el centro vi un grupito en la Plaza de Armas. Pensaba que era algún charlatán y me acerqué. ¡Era el mitin del candidato que andaba quinto y sin chance! Ollanta Humala me reconoció. ‘Trome, vamos a Laredo, allí vas a ver a mi gente, me están esperando’. Subí a la camioneta con el candidato, Nadine Heredia y la jefa de prensa. En el camino escuché un diálogo alucinante. Ollanta Humala ordenó al chofer: ‘Rápido, a Laredo, nos esperan desde las once de la mañana’. Y Nadine Heredia: ‘No, sigue nomás al canal, tenemos una entrevista, ya la pacté...’. ‘Pero Nadine, nuestros militantes nos esperan, son mas de mil’. ‘Ollanta, qué son mil, en la televisión te van a ver por lo menos diez mil trujillanos’.

Ollanta Humala se quedó callado. Ingresamos al canal y a los veinte minutos se produjo una manifestación de los partidarios de Ollanta Humala contra su candidato por haberlos desairado. Si alguien en ese momento me hubiese dicho que Ollanta iba a ganar la presidencia, no lo hubiera creído, pero el ‘Cholo’ pecó de soberbio y se quedó en Lima cuando debió salir a provincias. PPK sufrió el efecto de su pasaporte gringo y a Castañeda le habían comido la lengua los ratones.

Ollanta Humala empezó a subir como la espuma y, en una remontada tipo carrera del hipódromo, pasó a Keiko. Lo demás es historia conocida. Ganó y Nadine, al mes, se volvió ‘fashion’. Posó con vestidos de diseñadores ‘chic’ para revistas de moda. La gente se preguntaba ¿y su polito rojo? ¿Y sus jeans? En las reuniones de transferencia, el equipo técnico se sorprendió de que llegaran dos señoritas. ‘Son mis primas -dijo Nadine. Ella va a ser la jefa de la Sunat’. Varios asesores se rieron para sus adentros. A la hora de publicar los nombramientos en El Peruano, todos se cayeron de espaldas. ‘Se nombra a Tania Quispe, jefa de la Sunat’. Allí se dieron cuenta de quién gobernaba el país. Apago el televisor.

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC