Este Búho lo dijo desde un principio: El escándalo se convertirá en el peor huaico que haya asolado estas tierras. Las rocas gigantescas, el fango turbio y el polvo asfixiante acabarán con los tristemente célebres ‘dinosaurios’ de la política peruana. Aquellos que con su verbo florido pudieron encandilar al ciudadano, al punto de que le dieron dos veces la victoria electoral, pese a que en su primer gobierno hubo ‘faenones’ gigantescos, como los ‘aviones Tucano’, el ‘dólar MUC’, los ‘aviones Mirage’ y la primera millonaria denuncia de coima que el ciudadano italiano Sergio Siragusa interpuso contra él al finalizar su mandato. Pero increíblemente resultó elegido en el 2006. Como dijo el gran Luis Alberto Sánchez: ‘La gran maldición del Perú, es que la historia siempre se repite’. 

Hoy, ante el nuevo escándalo de los funcionarios de su partido, se quiere desmarcar, pero eso de llamarlos ‘ratas’ ya no pega en la opinión pública. Más bien, le convendría volver, cuanto antes, y aclarar su situación aquí en Perú, de frente y no con ‘tuits’. Este ‘T Rex’ de la política puede ser el primer sepultado por este huaico incontenible que trae Odebrecht

Hay otra especie que irá irremediablemente a la extinción: ‘el Cholosaurius’ de Cabana. Como dicen los paleontólogos, actuaba en manada, junto a su pareja, su suegra y su mejor amigo Yosef Maiman. (sigue más abajo)

También gozó de la confianza popular y llegó al gobierno. Cuando se supo que posiblemente las costosas oficinas y la residencia que ‘compró su suegra de 85 años’ las habría pagado Maiman con los seis millones de coimas que le dieron las empresas brasileñas como Odebrecht, ‘Cholosaurius’ fugó entre gallos y medianoche a Estados Unidos, donde ronda como fantasma por los campus aledaños a la Universidad de Stanford, porque el rector lo ha declarado ‘persona no grata’ y aclaró que no enseña en esa casa superior de estudios. Capas de lodo lo sepultarían para siempre y, si no quiere dejar en la vergüenza a sus hijas, debería regresar al país a aclarar su complicada situación.

Dos saurios más jóvenes, pero igual de voraces a la hora de instalar casetas de peaje ‘truchas’ y pasos a desnivel sobrevaluados, ‘pueden desaparecer’ como cantaba premonitoriamente Charly García: ‘Mudocantropus’ y ‘Susanasauria’. Tendrán mucho que cantar antes de quedar enterrados como los autos en Santa Eulalia. De ‘Cositotropus’ y su ‘mandonaraptors’ solo quedan las láminas de los libros de prehistoria política. Este Búho vio por cable la película ‘Millennium, los hombres que no amaban a las mujeres’, basada en la novela del sueco Stieg Larsson, y allí se aprecia cómo el periodismo de investigación lucha por destapar los casos de corrupción de delincuentes de cuello y corbata disfrazados de empresarios, tipo Marcelo Odebrecht

El periodista Mikael Blomkvist denuncia al empresario con pruebas falsas que aportó un ‘topo’. El hombre de prensa, que sabe que es un corrupto, que está ligado a la mafia rusa y lava dinero del tráfico de armas, soborna a políticos y ministros para hacer negociados con el Estado ‘trucho’, se tiene que ir a la cárcel y sufre la ignominia, pero al final, con la ayuda de una ‘hacker’, logran penetrar a la computadora personal del mafioso en Suiza y paraísos fiscales de Bahamas. La ‘hacker’ tiene los códigos de todas sus cuentas que suman más de mil millones de euros. Ella deriva el dinero a otras cuentas. Comunica a las autoridades y el magnate se ve envuelto en un tremendo escándalo. 

Al principio lo niega todo, acusa al periodista, a sus rivales, pero cuando ve que el dinero se esfumó de sus cuentas entra en pánico. La plata no era solo suya, sino de la mafia rusa. El empresario no cantó ante las autoridades más fuerte que Plácido Domingo en ‘Otelo’, pues se fugó del país, como Jorge Cuba, papá del ‘Gato’. Pero la larga mano de la mafia lo siguió hasta Marbella, España, donde lo hallaron muerto de cincuenta balazos. Por eso tiene razón Edwin Luyo de temer por su vida. Los ‘peces gordos’ no van a tener siempre a Facundos Chingueles que les cuiden las espaldas y Luyo puede volverse un tenor de polendas. Apago el televisor.

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