Este Búho piensa que debe olvidarse de defender a su esposa Nadine en el tema de sus agendas, y concentrarse en aclarar la acusación fiscal que ha reabierto el caso Madre Mía por delitos de lesa humanidad cuando era jefe del cuartel ‘Madre Mía’, en San Martín. A Ollanta se le viene la noche, porque no solo los familiares de Natividad Ávila y su esposo Benigno Sulca denunciaron que murieron en el cuartel ‘Madre Mía’ por órdenes del ‘Capitán Carlos’ (Ollanta Humala), sino que están apareciendo nuevos testigos, esta vez sus propios soldados de aquellas negras épocas en que el terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA asolaban al país. 

El sargento EP Leonardo Soria García también sindica -en un audio- al ‘Capitán Carlos’ como el hombre que le ordenó asesinar y desaparecer a dos personas. El audio, presentado en el programa ‘Cuarto Poder’, es aterrador, pero no sorprende. Entre 1980 y 1994 el Perú vivió un estado de guerra interna por culpa de dos grupos terroristas. Esta columna la escribo para los jóvenes que no saben mucho lo que vivimos en esos terribles tres lustros. Cuando Sendero inició la lucha armada dinamitando ánforas en el pueblito de Chuschi, Ayacucho, nadie imaginó que, en el tiempo que llevó derrotarlo, morirían en su delirante asonada más de cincuenta mil peruanos. 

Pero no solo los terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA desataron verdaderas masacres en las comunidades campesinas, como en Lucanamarca, donde asesinaron a 69 campesinos, incluidos bebés, niños, mujeres embarazadas y ancianos, todos a machete, ‘para ahorrar las balas’. Cuando Fernando Belaunde permitió que las Fuerzas Armadas asumieran la lucha antisubversiva en vez de la Policía Nacional, ya no solo los comuneros o civiles de las zonas de emergencia de Ayacucho, Ucayali, o la selva central fueron víctimas de Sendero y el MRTA, sino que malos efectivos de la Marina y el Ejército establecieron como práctica las ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, torturas y asesinatos en masa como la masacre de Accomarca, Cayara o o Soccos.

En muchos casos los asesinos con galones fueron plenamente identificados por investigaciones periodísticas, pero eran protegidos por sus superiores, como Telmo Hurtado, el ‘asesino de Accomarca’, que no solo no fue dado de baja y encerrado, sino que ascendió a capitán, hasta que por investigaciones periodísticas fue descubierto y huyó como las ratas a USA. Hoy, después de que fue extraditado, purga justa condena. Pero son los menos. ¿Qué hubiese pasado si al comandante en retiro Ollanta Humala no le hubiera picado el bichito de querer ser presidente de la República, como se lo inculcara su padre, el delirante Isaac Humala? ¿Acaso alguien hubiera sabido que él era el temible ‘Capitán Carlos’ de ‘Madre Mía’? ¿Solo el albur o la locura de un militar como Ollanta, de pretender querer ser presidente de la República sabiendo que tenía una sangrienta mochila en su espalda -de ser comprobado por el Poder Judicial- pudo tener el desparpajo y el cinismo de querer ser presidente de todos los peruanos? 

Me parece correcto que se reabra esta investigación a Ollanta Humala, porque los delitos de lesa humanidad no prescriben. Este Búho arriesgó su vida viajando a las zonas de emergencia para recoger las denuncias de las desapariciones forzadas de personas, de secuestros y posteriores asesinatos a profesores, universitarios, campesinos, en Ayacucho. No solo el Ejército desató baños de sangre contra la población civil, sino recuerden al tristemente célebre comandante de la Marina, ‘Camión’, y a otro marino, capitán ‘Lince’, en Huanta. Hay otros ‘Capitanes Carlos’ paseándose muy orondos por el país y el extranjero, gozando de una buena pensión, mientras todavía hay madres, esposas, hijas, que no han podido enterrar a su seres queridos secuestrados por estos criminales. Apago el televisor.

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