El Búho escribe sobre la gran relación amical que unió a la cantautora Chabuca Granda y al poeta César Calvo.
Chabuca Granda

Este pone un disco de homenaje a y escucha un entrañable tema, de sus favoritos de la época, ‘María Landó’. En una versión notable de los extraordinarios músicos argentinos Mercedes Sosa y Pedro Aznar: ‘Maria Landó’: ‘La madrugada estalla como una estatua, como una estatua de alas que se dispersan por la ciudad./ Y el mediodía canta campana de agua, campana de agua de oro que nos prohíbe la soledad./ Y la noche levanta su copa larga, su larga copa larga, luna temprana por sobre el mar...’.

En realidad este tema lo escribió el recordado poeta César Calvo, pero apareció firmado por ambos. El recordado vate tenía una ‘química’ tan misteriosa como brebaje mágico de alquimista con Chabuca, porque ella era mucho mayor que él, pero viajaban por el mundo constituyendo una pareja que sorprendía a todos.

César fue una influencia decisiva para que Chabuca imprimiera en su canción no solo las reminiscencias de esa Lima de ‘la flor y la canela’, sino que afloraran letras y poesías que no rehuían a la temática social.

Recordemos que ella le escribió diez canciones a Javier Heraud, como ‘Las flores buenas de Javier’ y ‘El fusil del poeta es una rosa’. El mismo César Calvo lo reconoció: ‘Ella no conoció personalmente a Javier, lo hizo a través de mis recuerdos y a la presencia de él en mi vida y en mi obra’. El vate, también novelista y periodista, murió físicamente hace dieciocho años, pero vive en el recuerdo permanente de quienes admiramos su obra y envidiábamos su bien ganada fama de ‘casanova’.

Era uno de los más genuinos representantes de la ‘generación poética de los años 69’, junto a Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Arturo Corcuera y Javier Heraud. Al inicio de esa década obtuvo, junto a Heraud, el premio ‘El poeta joven del Perú’. Pero entre él y los demás había diferencias que eran solo dos caras de una misma moneda. Mientras Javier se fue a morir como guerrillero a Madre de Dios, el charapa Calvo no solo escribía poemas maravillosos, sino que, inquieto, vivía una vida de donjuán, incluso con mujeres famosas.

Sus fotos salían en las revistas de moda con reinas de belleza de esos tiempos o actrices exitosas en territorio mexicano, como Patricia Aspíllaga o la gran Chabuca, quien fue su protectora hasta su muerte.

Su hermano menor, el médico Guillermo Calvo Soriano, sostiene que, efectivamente, su hermano desataba pasiones y cuenta una anécdota: ‘En Inglaterra vivió un tiempo en la casa del embajador de Perú en Londres, pero se puso a trabajar recogiendo fresas en un campo vecino para tener dinero. En eso se cruzó con una bella rubia. Ambos se miraron y la chica se detuvo. César le habló en inglés, francés, italiano, portugués y ella no entendía nada. Entonces le habló en el idioma universal del amor y no se despegaron en varios días. Cuando ella se despidió en su lengua, le dio una tarjetita. Una noche en una fiesta en la embajada, le enseñó la tarjeta a un amigo diplomático y resultó que la rubia... ¡era la jefa del Departamento de Neurocirugía de una Universidad de Moscú!’.

Calvo, de su vasta producción, tiene un poema emblemático: ‘Venid a ver el cuarto del poeta’: ‘Desde la calle hasta mi corazón hay cincuenta peldaños de pobreza. Subidlos. A la izquierda./ Si encontráis a mi madre en el camino, cosiendo su ternura a mi tristeza, preguntadle por el amado cuarto del poeta./ Si encontráis a Evelina contemplando morir la primavera, preguntadle por mi alma y también por el cuarto del poeta’ (fragmento)’.

Cuando murió Chabuca en 1983, en un hospital de Miami, todos lo buscaron en Lima para que opinara sobre su íntima amiga, pero él no abrió la boca. No dijo nada sobre ese tema por muchos años, hasta que su amigo Domingo Tamariz lo entrevistó y por primera vez habló del asunto. Allí confesó algo paradójico. Nada menos que el entonces fogoso diputado aprista Alan García, que ya estaba en campaña para las elecciones de 1985, lo llamó por teléfono: “‘César, Chabuca ha muerto, vamos juntos a Miami’. ‘No -le dije-, yo no voy a ninguna parte’. No vi a Chabuca muerta. Me encerré en mi casa de Chaclacayo y no vi televisión ni radio, me puse a leer y a escribir”. En esa entrevista reveló algo impresionante: “Te voy a decir un secreto. Cuando Chabuca ingresa al hospital de Miami, le dice a Alfredo Granda, su primo hermano, dueño de una línea aérea, que estaba junto a ella. ‘Por favor, estoy ingresando al quirófano. Te doy un número, es el teléfono de la madre de César Calvo. Llámalo y dile que Chabuca se despide de él’. ‘No entiendo’, le dice su primo. ‘No te preocupes, él sabrá entender’, respondió la cantante. Tamariz escribió que después de esa confesión, el vate ya no pudo hablar por los sollozos. Calvo era puro ‘bobo’, tanto que escribió: ‘Yo miro el mundo con el corazón, porque si lo miro con los ojos, me pongo a llorar’. Apago el televisor.

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