Este Búho continúa respetando la cuarentena en su día 64. Como muchos peruanos, aprovecho las horas de aislamiento obligatorio para realizar mi ‘teletrabajo’, entrar a la cocina a preparar mi rico tallarín al pesto, departir con mis hijos, chequear noticieros, programas, contactarme con mis colegas, amigos, leer y ver series y películas, como estas dos que están en Netflix.

SEVEN (PECADOS CAPITALES, 1995). Tremendo peliculón de David Fincher. Un detective inexperto e idealista, David Mills (Brad Pitt), enamorado de su esposa embarazada primeriza, la tierna Tracy (Gwyneth Paltrow), llega al Departamento de Homicidios de Nueva York donde hará pareja con un teniente viejo, el solitario William Somerset (Morgan Freeman) a punto de jubilarse. Pocas ciudades tan sórdidas, lúgubres y lluviosas como la que le tocó recorrer al dúo de policías para capturar a un asesino en serie, John Doe (Kevin Spacey), un psicópata de inteligencia estratosférica para la maldad y el sadismo, quien cometía sus crímenes manera de ‘castigar’ los ‘pecados capitales’. Este columnista la vio treintañero en 1995 en el cine y salí en shock porque me conmovió.

Desde ‘El silencio de los inocentes’ (1995) Hollywood no había parido un psicotriller tan intenso, brutal, rayando en la locura y la perversión. Fincher escogió al sex symbol del momento, Brad Pitt, para convertirlo en un policía bueno del ‘sueño americano’ e introducirlo en la violencia de una ciudad infernal donde tiene que lidiar con el indescriptible asesino Doe (alucinante actuación de Spacey). Ningún espectador salió del cine igual, después de soportar el abracadabrante final. Tan terrible que los poderosos estudios que invirtieron 33 millones de dólares en el filme (siete fueron para la estrella Pitt) intentaron cambiar el final del guion original. Pero Brad, Freeman y Fincher se impusieron y lograron que termine como estaba escrito originalmente. Así ‘Seven’ se convirtió en una película de culto. Ese final me estremeció en la madrugada de cuarentena, como hace 25 años en una platea donde terminé abrazando de la impresión y el impacto a la enamoradita de entonces, con la que nunca nos casamos.

VIRUS (2013). La comprobación de que a veces la ficción se adelanta a la realidad. Este filme del surcoreano Kim Sung-su, cobra tremenda vigencia en tiempos del coronavirus y es uno de los más vistos en Netflix. Todo comienza cuando dos hermanos contrabandistas descubren un contenedor repleto de inmigrantes ilegales muertos por una extraña enfermedad. Ambos capturan a un sobreviviente que escapa, no sin antes contagiar a uno de ellos. Es el temible virus de la gripe H5N1 que mata en 36 horas. En el hospital el contrabandista infectado muere, no sin antes esparcir el virus. La población del distrito de Bundang es presa del contagio generalizado de la epidemia, y el gobierno decide utilizar toda la fuerza militar para mantener una férrea cuarentena. Pero todo se saldrá de control por la represión de las fuerzas del orden y la final rebelión de la gente encerrada.

La película causó furor este año en China, donde han visto reflejados en la cinta muchos excesos cometidos por el ejército para mantener ‘a raya’ a las ciudades que estuvieron en rígida cuarentena en el gigante comunista. Los más molestos con la súbita ‘fama’ de esta película son algunos críticos que lamentan que una ‘producción apocalíptica de segundo nivel’, que pasó desapercibida en el 2013, opaque a una gran cinta surcoreana como la ganadora del Oscar, ‘Parásitos’. Aunque no creo que sea para tanto, señores: en plena cuarentena, en cualquier país del mundo ‘The Flu’ (La gripe) en inglés, es un bocado apetecible e interesante. Apago el televisor.

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