Alan Parker, director de “Evita” y “El expreso de medianoche”, falleció a los 76 años. (Foto: AFP/Carl Court)
Alan Parker, director de “Evita” y “El expreso de medianoche”, falleció a los 76 años. (Foto: AFP/Carl Court)

Este Búho no tuvo oportunidad de rendirle un homenaje al recientemente fallecido director Alan Parker (Islingston 1944-Londres 2020). Qué mejor homenaje que repasar tres de sus más emblemáticas películas, que se pueden encontrar en ‘Polvos Azules’ o ver en el cable.

EXPRESO DE MEDIANOCHE (1978): El director llegó de Londres a Hollywood tras el éxito de su ‘ópera prima’, el peculiar musical ‘Bugsy Malone’ (1976), poblado de niños y adolescentes, que protagonizaron los estadounidenses Scott Baio y Jodie Foster. Lo contrataron para dirigir la película que un joven guionista desconocido, Oliver Stone, había adaptado del libro de Billy Hayes, ‘Expreso de medianoche’, que trataba sobre su traumática experiencia al estar encarcelado y fugar espectacularmente de las mazmorras carcelarias turcas, por pretender sacar hachís hacia Estados Unidos. El ampuloso, violento y desgarrador guion de Stone, y la maestría de Alan en la dirección convirtieron a esta película en un ícono de toda una generación y hoy filme de culto, que fue reconocido con dos premios Oscar (al libreto de Stone y la música de Giorgio Moroder) y seis Globos de Oro, incluyendo el de mejor película.

PINK FLOYD: THE WALL (1982): El extraordinario disco del grupo británico, de tintes autobiográficos de su líder Roger Waters, fue un buen pretexto para un director que definía su cine como ‘emocional’. Qué más emocional que la historia del protagonista, ‘Pink’ (Bob Geldof), una megaestrella del rock, un antihéroe, desgarrado por sus traumas infantiles, represión escolar, los bombardeos de la guerra, sexo, drogas. Y todo en medio de un deslumbrante despliegue visual y de dibujos animados, como ese inolvidable desfile de martillos neonazis (creación del gran ilustrador Gerald Scarfe). Impresionante la escena de violencia en la escuela, con ese salón de niños rebeldes destruyendo todo y cantando ‘Another brick in the wall’ (Otro ladrillo en la pared): ‘¡No necesitamos ninguna educación, ni necesitamos que controlen nuestros pensamientos! Hey profesores, dejen a los niños en paz’. Cuando se exhibió en el Festival de Cannes de 1982, el mismísimo Steven Spielberg quedó conmocionado. Para la anécdota queda el enfrentamiento entre el creador Waters y el director Parker. Con el tiempo, cuando el filme ya era considerado de culto, fumaron la ‘pipa de la paz’.

BIRDY (ALAS DE LIBERTAD, 1984): Increíblemente, una de las más desconocidas, pero la más personal de toda su filmografía y, para muchos críticos, su obra maestra. Es un canto antibélico, pero mucho más a la amistad y a la locura, encarnada en el personaje de ‘Birdy’ (extraordinaria actuación de Matthew Modine), el chico de Pennsylvania que regresa enfermo de la guerra de Vietnam y es internado en un sanatorio mental porque se cree pájaro. Pero lo más alucinante -y peligroso- es que quiere volar. Lo visita su entrañable amigo Al (Nicolas Cage) esperando que, haciéndole recordar vivencias de chibolos, recobrará la razón. El final es sorprendente, enternecedor y profundo. La vi en el desaparecido Cine Club Raimondi y mi enamoradita de San Marcos, Anita, como muchos espectadores que no eran de piedra, soltaron algunas lagrimitas. ‘Birdy’, una inolvidable y delirante obra que nos propone, en medio de los ochentas, que lanzarse de un edificio al vacío e intentar volar podía considerarse un acto de genuina libertad. Apago el televisor.

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