Martín Vizcarra en su último mensaje a la Nación por 28 de julio. (Foto: Presidencia)
Martín Vizcarra en su último mensaje a la Nación por 28 de julio. (Foto: Presidencia)

Este Búho continúa con sus reflexiones en estos días de la Patria. Me reafirmo en mis palabras de ayer: tenemos muy poco que festejar y mucho para meditar. Lo único bueno de la desgraciada pandemia fue que desnudó el verdadero rostro de un país. No éramos ninguna potencia emergente y se demostró que teníamos un Estado no solo raquítico y débil, sino atravesado en varios estamentos por la corrupción.

¿Cómo se iba a enfrentar así a un virus que había golpeado duramente a todos los poderosos países del orbe? Somos ‘un país adolescente’, como escribió Luis Alberto Sánchez. El Estado tenía reservas de miles de millones de dólares ¡¡guardadas bajo siete llaves en el Banco Central de Reserva!!, que no las tocaba a pesar de que 8 millones de peruanos no cuentan con agua potable.

Recién tocaron esas reservas cuando cerca de tres millones se quedaron sin trabajo. Pero lo peor fue que la plata llegó tarde y mal distribuida. Sobre eso me hubiera gustado que el presidente Martín Vizcarra hable, dándole al país una sincera y sentida autocrítica en su último mensaje.

Los graves errores al enfrentar la crisis sanitaria, con una ineficaz cuarentena que destruyó nuestra economía. Pero el mandatario, ni porque estaba ante una tribuna privilegiada, todo el país lo veía y escuchaba, repitió la más facilona de las excusas, o peor aún, de justificación de estropicio económico y a la larga también sanitario: ‘Con la cuarentena evitamos que hubieran decenas de miles de fallecidos’. Ahí radicó el tenor de su exposición. Seguro dejará esa ‘papa caliente’ para cuando su premier Pedro Cateriano vaya a solicitar el voto de confianza al Congreso.

Tampoco, a pesar de haber sido expresidente regional, habló de la necesaria descentralización en las regiones, donde malas administraciones de las máximas autoridades crean situaciones lamentables, como sucedió en Arequipa. Y para colmo, en esta terrible situación, la mal llamada ‘clase política’ no está a la altura de las circunstancias.

Resulta coherente que no haya circos, porque ya tenemos el gigantesco circo virtual del Congreso, haciendo shows ridículos como en la presentación de ‘Richard Swing’. Pero no solo hacen ‘payasadas’, sino son peligrosos ‘monos con metralleta’, si siguen sacando leyes con nombre propio para sus siniestros intereses de grupo y favoreciendo ‘de taquito’ a los corruptos.

El llamado a un entendimiento político anunciado por el mandatario, el ‘Pacto Perú’, no debe transar con esas prácticas nefastas de los nuevos ‘otorongos’. Escuchaba también su anuncio de destinar al presupuesto del sector Salud del 2021 la cantidad de 20 mil millones de soles, y emplazó a los congresistas a aprobarlo, a fin de dotar al país de un sistema de Salud digno para la mayoría de la población.

‘Universalizar’ el sistema para que no hayan pacientes de ‘tercera categoría’. Desde las instancias básicas como las postas médicas, que en la actualidad son inoperantes y los enfermos con dolencias tienen ir de madrugada a los grandes hospitales para implorar una cita que de manera inverosímil se las programan ¡¡dos meses más tarde!! Pero nada de esto podrá realizarse sin la reactivación de la economía.

Con respecto a un ‘nuevo bono’ de 760 soles, este llega tarde, pero el anuncio del ‘bono’ para menores que perdieron a sus padres por el Covid, de ’200 soles', me pareció una cantidad irrisoria. ¿Qué pueden hacer con esa cantidad los deudos?

Vizcarra perdió una oportunidad para hablar con franqueza y despedirse con humildad. He escrito sobre el Estado, las élites, pero me faltó comentar lo más importante, la capacidad de la población del Perú para sobreponerse a las más terribles desgracias: desastres naturales, terremotos, fenómenos del Niño, narcotráfico, terrorismo (Sendero Luminoso, MRTA), hiperinflación en el régimen de Alan García, epidemias como el cólera y, ahora, esta pandemia, donde vemos en los rocosos y empinados cerros con neblina de Lima las ollas comunes, el solidario instinto de supervivencia de un pueblo que, ante el abandono del Estado, nunca se ha dejado vencer.

Con el luto imborrable de sus miles de muertos por el virus. Los que ahora lo perdieron todo, seguramente podrán levantarse y volverán a empezar y surgir. Ese es el reto histórico de nuestro pueblo desde ayer, hoy y siempre. La lucha contra la adversidad es la verdadera riqueza de esta tierra llamada Perú. Apago el televisor.

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