El congresista Kenji Fujimori pasó a la situación de investigado por presunto lavado de activos. (Foto: El Comercio)
El congresista Kenji Fujimori pasó a la situación de investigado por presunto lavado de activos. (Foto: El Comercio)

Este Búho vio en los noticieros la noticia del matrimonio de Kenji, ‘cazado’ a los cuarenta años. De aquel pícaro y travieso ‘engreído’ del entonces presidente Alberto Fujimori ya no queda mucho. Ahora es un empresario que anda metido en varios negocios, algunos más transparentes que otros, pero nadie olvida al ‘querubín’. Sobre todo este Búho, que lo tuvo cerca en aquella lejana campaña presidencial entre el ingeniero Alberto Fujimori y el novelista Mario Vargas Llosa. Ingreso al túnel del tiempo: 1990.

Este Búho trabajaba en un periódico que yace en el ‘cementerio de papel’. El inmenso y rubio director apostaba por cualquier candidato que derrotara al escritor, que parecía invencible. Pero como por milagro apareció ‘el chinito del tractor’ y le ‘quemó la película’. Fujimori rompió fuegos en el inicio de campaña, en una reciente invasión, la más grande de Lima, Huaycán. Los más pobres ovacionaron y vitorearon al ‘Chino’ que crecía en las encuestas. El director me dio cuatro páginas con un vasto despliegue gráfico, una crónica que culminaba con un vaticinio: ‘Los más pobres del Perú ya decidieron: Fujimori va a ganar’.

Al día siguiente estaba con varios colegas de la prensa ‘haciéndole la guardia’ al ‘Chino’ en su casa de Monterrico. En eso, desde la reja, un miembro de prensa gritó: ‘¡Que pase el periodista que escribió la crónica del mitin!’. Blandía mi periódico con la tremenda foto de portada tomada por el gran Carlos ‘Chino’ Domínguez. ‘Flaco, pasa, el ingeniero quiere hablar contigo’, me dijeron. Ingresé y el candidato me recibió con una sonrisa de oreja a oreja. ‘Gracias, señor, por tan bonita crónica, ‘usté’ ha captado nuestro mensaje. ¿Un refrigerio?‘, me dijo Fujimori. Y ante una palmada, aparecieron Keiko y Kenji con su uniforme de colegio, ambos con sendas bandejas. Keiko con limonada y Kenji con galletitas de soda con mantequilla.

Ese día me ofrecieron trabajo en el área de prensa. Lo rechacé cortésmente. Mi olfato de periodista me decía que el ‘Chino’ no iba a cumplir sus promesas, así que preferí seguir con mi chamba en el periódico del inmenso gringo, que cerró ni bien Alberto derrotó a Vargas Llosa.

En dos años, el presidente cerró el Congreso. Luego que mandara a las catacumbas a su esposa Susana Higuchi, fijó su residencia en el Servicio de Inteligencia (SIN) con sus hijos Keiko, Hiro, Sachi y Kenji, que ya adolescente era malcriado por su padre. El mandatario lo llevaba a todos los viajes y le permitía todos sus caprichos. En Palacio asustaba a los empleados y ministros con cinco boas que trajo de la selva y tarántulas. Con su inefable cámara, Kenji filmaba hasta reuniones secretas y, en una de ellas, hasta la incipiente calvicie del poderoso asesor ‘Tío Vladi’ Montesinos. Por ello, el ‘Doc’ le hizo la cruz y lo llamó ‘mocoso de m…’.

El siniestro asesor sabía de la debilidad del presidente por su ‘querubín’, así que se dedicó a grabar al adolescente en las situaciones más comprometedoras: bailando en mallas de ballet, colocando en su pelvis a su perrito ‘Puñete’, simulando un acto de zoofilia. O la escandalosa situación en un hotel de Londres, donde a Kenji lo filman grabando a su padre que estaba echado en la cama y junto a él, las llamadas periodistas ‘geishas’.

Fue el ‘Doc’ el que contrató por 4 mil dólares a una vedette de nombre Haydée para que le hiciera perder la virginidad. Según él mismo contó en ‘El valor de la verdad’, era tan ‘ladilla’ ¡¡que le puso corriente eléctrica a un ministro!! Y en una audacia sideral, se atrevió a llamar al teléfono directo de la Presidencia haciéndose pasar por el líder de un grupo terrorista. Pero también vimos a un Kenji en genuino dolor, llorando durante el entierro del comandante héroe del Ejército, Juan Valer, fallecido durante el rescate de rehenes en la Embajada de Japón. Valer era escolta personal de Kenji y este lo llamaba ‘comandante Chizito’.

Mal alumno, ‘rebotó’ en las mejores universidades norteamericanas y solo pudo ingresar a la de la remota Kansas, en la especialidad de Agronomía. En esos años pasó desapercibido. Cursaba el segundo año cuando su padre huyó a Asia y renunció por fax. El resto es historia conocida. Postuló al Congreso en el 2011 y obtuvo la mayor votación con 300 mil votos. En ese tiempo no dudaba en visitar el programa cómico del imitador JB, que lo parodiaba como ‘tampoco, tampoco’ con movimientos amanerados. Defenestrado del Congreso disuelto, por órdenes de su hermana Keiko, actualmente se dedica, entre varios negocios, a la ‘venta de fruta’, pero una investigación policial, en el 2013, determinó que en los almacenes de la empresa Limasa, donde era accionista mayoritario, encontraron 100 kilos de cocaína. Hoy el ‘querubín’ se cambió de equipo, pasó al de los casados, pero a la boda no asistieron ni sus hermanos ni su madre. Apago el televisor.

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