Este se pregunta si el presidente es adicto a la recordada serie ‘House of Cards’. Ni las bajezas y abusos sexuales, cometidos por el actor Kevin Spacey, podrán opacar su trabajo en esa brillante trama que permitió retratar, de manera perfecta, lo abyecta y perversa que puede ser la política vista desde las mismas fauces del poder y sus tentáculos. Spacey encarnaba a Frank Underwood, un político ambicioso y provisto de una total falta de escrúpulos para conseguir un fin principal: ser presidente de los Estados Unidos. Para lograrlo no vacilará en traicionar, difamar e inclusive matar. Sus esfuerzos y luchas no estaban motivados por cuestiones de dinero. Eso es para políticos tercermundistas, angurrientos, como el ‘Cholo’ , quien utilizó su cargo para cobrar coimas y comprarse casas, oficinas y pagar la hipoteca de su casita de playa. Para Underwood, el objetivo de su vida es el ¡poder! Al principio por las sombras y luego públicamente, aspirando al sillón presidencial. Pedro Pablo Kuczynski inició su incursión en la política de manera discreta, como director del Banco Central de Reserva. Escándalos financieros del primer gobierno de Fernando Belaunde y la Página Once de la IPC, que fueron el pretexto para el golpe militar de Juan Velasco Alvarado, lo salpicaron y tuvo que escapar en la maletera de un Volkswagen a Ecuador, porque el general lo acusó de ser el responsable de la pérdida de millones de dólares de las bóvedas del banco. Regresó con Fernando Belaunde, pero conoció las verdaderas mieles del poder con el ‘Cholo’, del que fue ministro y premier.

A Kuczynski, como a Frank Underwood, le gusta el poder como una vía segura para hacer grandes negocios con sus empresas de ‘asesorías’, algunos al margen de la ley y la ética y, por eso, casi es vacado del cargo que le confió el pueblo peruano. La diferencia entre Underwood, el presidente norteamericano de la serie, y Pedro Pablo, es que el primero sabía mentir y trataba de seleccionar a un solo enemigo, todo lo contrario a PPK, que de un plumazo se tiró en contra a medio país, a algunos de sus ministros, a Vargas Llosa y a periodistas aliados al indultar a Fujimori. Las series de TV son ilustrativas para compararlas con la política peruana.
Por el otro lado, encontramos a la familia Fujimori, en una lucha fratricida entre dos hermanos, Kenji y Keiko. Aquí la historia se asemeja a la extraordinaria ‘Juego de Tronos’, donde también hay dos hermanos que se odian a muerte: la reina Cersei Lannister y el enano Tyrion Lannister. En la serie, la reina es la mala y el pequeñín es bueno. ¿Será igual en la lucha entre los hijos de Alberto? En la disputa por el poder en Fuerza Popular, Kenji se anotó un puntazo al salvar a PPK y negociar el indulto navideño, pero todos saben que quien diseñó la estrategia y convenció a los ‘tapaditos’ fue el ‘Chino’.

Los diez ‘Albertistas’ serían más de quince y, seguramente, ya irán apareciendo. El nuevo gabinete, que juramentó ayer, no es de ninguna manera ‘un gabinete de reconciliación’, porque ningún partido político aceptó el ofrecimiento para integrar algún ministerio y los apristas convocados lo hacen a título personal con la desautorización de la dirigencia, o sea, en el caso del ‘partido de la estrella’, la relación con el gobierno es todo lo contrario a una ‘reconciliación’, sino una confrontación. Qué pena que este año, que debía ser de empuje total para la reactivación económica, se inicie con un ambiente bélico, que se volverá callejero, porque ya no solo la izquierda amenaza con seguir saliendo a la calles a protestar por el indulto, sino también el fujimorismo quiere hacerle frente y defender a su líder, quien está con roche, porque lanzando mensajes a la Nación y tuiteando demuestra que no estaba grave y salió para morir en su hogar. El ‘Chino’ echa más leña al fuego al lanzar mensajes que siempre tendrán una connotación política. La cosa está que quema, como las excelentes series de televisión ‘House of Cards’ de y ‘Juego de Tronos’. Apago el televisor.

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