Este Búho escribe esta columna con la tristeza que nos embarga cuando se va un poeta. Claro, se mueren en cuerpo, pero sus inquietas almas y espíritus nunca desaparecen y están con nosotros siempre, a través de sus eternos versos. Parece sintomático saber que (1941), autor de los monumentales libros de poemas ‘Consejero del lobo’ y ‘Contra natura’, Por esos mismos pabellones paseó sus últimos días, nada menos que Rafael de la Fuente Benavides, el gran Martín Adán. ¿Será solo coincidencia que estas dos voces poéticas hayan muerto en esas camas? Hinostroza fue una de las voces más representativas de la legendaria ‘generación del 60’ de la poesía peruana, que tuvo como figuras fulgurantes a Javier Heraud, César Calvo y Antonio Cisneros. Nacido en Huaraz, Hinostroza ingresó a estudiar en la Facultad de Medicina en San Marcos. Pero su verdadera vocación era ser poeta. Cuenta que no dormía, no se afeitaba, no comía, por la incertidumbre de saber cuál debía ser su destino. ¿Curar el cuerpo de sus semejantes como médico, o el alma con la poesía? Varias décadas después por fin pudo exorcizarse al confesar cómo definió tan crucial decisión: “Todo se lo debo a César Calvo, que era el líder de los jóvenes poetas sanmarquinos. Me vio con cara de angustia y me preguntó: ‘Oye, ¿qué te pasa?, ¿por qué tienes esa cara?’ Yo lo puse al tanto de mi problema, que si iba a ser médico o poeta (…) El flaco me miraba sin decir palabra, y de pronto exclamó apasionadamente: ‘¡Yo he dejado todo por la poesía, y si quieres ser poeta, tú debes hacer lo mismo! ¡Deja todo lo demás! ¡Sino, no sale, no funciona! ¡No se puede ser médico y poeta al mismo tiempo! ¡No hay tiempo para hacer la dos cosas, son demasiado absorbentes. Solo puedes hacer bien una. Decídete… hermano!’. Esa misma tarde dejé la escuela de Medicina, con todas las consecuencias que derivaron de ese acto, que sería decisivo en mi vida”.

Terminó de escribir su primer libro en La Habana, ‘Consejero del lobo’ (1965), que causó admiración entre los críticos, porque el poeta de 24 años demostraba ya una madurez impresionante y un manejo del lenguaje que sorprendieron a quienes no lo conocían. En plena época represiva, el vate apoyó las causas progresistas y estuvo allí donde las ‘papas quemaban’. Se demoró seis años para editar otro libro, el imprescindible ‘Contra natura’ (1971) en pleno gobierno militar socializante de Velasco Alvarado. Fue el libro que lo consagró internacionalmente y le permitió ganar el Premio Maldoror de Poesía, de la editorial Seix Barral, en 1971. El poeta vislumbra el fin de las utopías. Las guerrillas fracasaron en Bolivia, mataron al ‘Che’, la guerra de Vietnam. ¿Sirve el poder? Opta por la renuncia de buscar el poder como millones de jóvenes en esas épocas tumultuosas y, más bien, describe una visión pesimista, como en ese poema ‘Crónica’ que se adelanta a la visión apocalíptica del cine del David Lynch ochentero. ‘El mundo es amargo como un largo/Llanto/Y nadie conduce los carros de bronces, y el mundo es/Extraño/Como un trono usurpado, y habremos de ahogar las/Gorgoteantes bocas/En las lagunas cínicas…’. Versos, figuras astrológicas, hasta ¡una carta astral de Carlos Marx! Primero se fue, prematuramente, Javier Heraud, luego César Calvo, Antonio ‘Toño’ Cisneros y ahora Rodolfo Hinostroza, ‘Los cuatro fantásticos’ de la generación del 60 están por fin juntos, para siempre. Apago el televisor.

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