Este Búho, como muchos en el país, se sorprendió inicialmente con la designación de como ministro de Cultura. Evidentemente que tomarle la posta a un eminente sociólogo como Jorge Nieto Montesinos, que pasó de ese portafolio a Defensa, podría parecer un despropósito. Pero sería bueno recordar que en el Perú ya hubo artistas ocupando esta cartera, como Susana Baca, insigne cantante y educadora egresada de ‘La Cantuta’, que no tenía los estudios de Del Solar, egresado de Derecho en la Universidad Católica y con un máster en una universidad norteamericana. 

El ministro no solo es un destacado actor, sino que también sorprendió como director con su filme ‘Magallanes’, que ganó varios premios de crítica internacional. Pero fuera de lo anecdótico, la designación de Del Solar ha traído a colación la entrañable, corrosiva e hilarante novela de Mario Vargas Llosa: ‘Pantaleón y las visitadoras’ (1973) y la emblemática película de Francisco Lombardi (1999), con Salvador del Solar como el capitán del Ejército, ‘Pantaleón Pantoja’, Mónica ‘Charito’ Sánchez como su esposa ‘Pochita’, una potable Angie Cepeda como la visitadora ‘La Colombiana’ y un séquito de lolitas de nombres tan prostibularios como ‘Pechuga’ (Tatiana Astengo) o ‘Peludita’ (Tula Rodríguez). 

Y, claro, en todo burdel, aunque este sea flotante, que anda surcando el río Amazonas para llevar ‘prestaciones’ a los soldaditos fogosos de nuestros remotos cuarteles fronterizos, siempre habrá una ‘mami’, ‘La Chuchupe’. Esta no es otra que una gran actriz española, Pilar Bardem, madre del actorazo Javier Bardem. El alto mando encarga una misión tan comprometedora para el uniforme del Ejército, que la debía llevar a cabo un militar intachable, casi perfecto, sin defectos. No mujeriego, no borrachín, no ratero. 

El ‘General Collazos’ (Gianfranco Brero) tenía a su hombre, ‘Pantaleón Pantoja’. El primero de su promoción, espada de honor, con ascensos en los primeros lugares. Todo cargo que ocupaba lo desempeñaba a la perfección. Precisamente por ser tan meticuloso y perfeccionista, ‘Pantaleón’ no solo realizó un trabajo matemáticamente exacto, también se mimetizó como uno de esos cafichos amigos de ‘La Chuchupe’. Para conocer el negocio, comenzó a amanecerse en Iquitos, a tomar, a llegar con la camisa manchada de rímel, porque a veces tenía que hacer ‘controles de calidad’ a las nuevas lolitas, a las que llamaba eufemísticamente ‘visitadoras’.

Hasta creó ‘Pantilandia’, un cuartel donde dormían las ‘visitadoras’ y de allí partían por el río a realizar un trabajo que ‘Pantaleón’, muy serio él, consideraba ‘heroico y patriótico’. Pero todo se vino abajo cuando un periodista desalmado, mermelero, apodado ‘El Sinchi’, que tenía un archisintonizado programa radial, quiso extorsionar a ‘Pantaleón’. Este personaje fue interpretado por el desaparecido actor Aristóteles Picho, sin duda una de sus más increíbles caracterizaciones. Muchos le han preguntado a ‘Pancho’ Lombardi, en qué periodista se inspiró para construir tan desalmado personaje. 

El cineasta se carcajeaba y decía: ‘Sinchis hay en todos lados, pero los he conocido en el ambiente deportivo’. Vargas Llosa escribió esta obra después de su monumental ‘Conversación en La Catedral’ (1969) y sus críticos aprovecharon para decir que ‘estaba acabado’, que era una obra menor. El autor se defendió afirmando: ‘Lo que pasa es que siempre había dicho que era inmune al humor, pero ahora ya no pienso así’. Es una dura crítica a la institución militar que ya había vuelto al poder. ‘Pantaleón’ no era un traficante de blancas, se consideraba un buen militar que estaba cumpliendo una misión secreta. 

Al final lo dejan solo. Cuando le comunican que le van a dar de baja, se pone a llorar delante del ‘General Collazos’. ‘¡¡Pórtese como un hombre, carajo!!’, le reclama otro oficial. Termina en un gélido pueblito en la frontera con Bolivia, donde tal vez nunca ascienda, pero al menos seguirá sirviendo a la patria. Uno termina queriendo a ‘Pantaleón’, así como al sargento de la Policía, ‘Lituma’, personajes imprescindibles en el universo literario de nuestro Premio Nobel. Por lo pronto el nuevo ministro de Cultura, que se transforme verdaderamente en un ‘Pantaleón Pantoja’ y que organice convoys con bibliotecas, filmotecas, músicos, teatros rodantes, para incentivar la cultura en los asentamientos humanos, en los barrios, y sacar a los niños y jóvenes de la droga y el pandillaje. Apago el televisor.

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