Este Búho se declara admirador de la obra del escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona 1939 - Bangkok 2003). Es muy difícil calificar a un autor tan prolífico y, precisamente por eso, la conmoción de su muerte hace 16 años en el aeropuerto de Bangkok, Tailandia. Justamente cuando se conmemoraban los veinte años de haberse publicado su quinta novela sobre su legendario personaje, el detective privado Pepe Carvalho: ‘Los pájaros de Bangkok’ (1983), donde el entrañable investigador se ve obligado a viajar a la capital de Tailandia a pedido del hijo de una amiga, quien desapareció con su amante de turno.

Motivo suficiente para que Carvalho descienda a los lugares más sórdidos de la ciudad. En esa novela, el detective/Vázquez Montalbán se recrea en la exótica ciudad. Pero las circunstancias de la muerte del escritor a los 64 años son una contradicción a las situaciones vertiginosas a las que nos tenía acostumbrado su personaje. Murió solo, rodeado de viajeros que ignoraban que era un talentoso escritor. Justamente regresaba de dictar unas conferencias en Sidney. El paso por Bangkok era solo un rutinario transbordo. Hubiera sido más de acuerdo a su vida, expirar sumergido en el mundo sensual de las legendarias masajistas orientales o, mismo James ‘Tony Soprano’ Gandolfini, sucumbiendo después de haber degustado uno de los banquetes que preparaba Carvalho.

Poeta, novelista con más de 30 libros, la mitad pertenecientes a la saga Carvalho; también cronista, periodista deportivo, ensayista y columnista increíble. Calculo que en 43 años de profesión publicó 10 mil textos. Pero los fundamentales fueron esas columnas en el diario El País que se transformaron en un libro con el título ‘Crónica sentimental de la transición’. Allí, con autoridad moral, desnudaba a los actores de esos años desesperados y duros que significaron el tránsito de la dictadura franquista a la democracia. Años de sangre, sudor y lágrimas donde, por su militancia izquierdista de viejo cuño, sufrió prisión y exilio. Pero definitivamente, cuando se habla de nuestro personaje tenemos que asociarlo con el detective Pepe Carvalho, un investigador atípico, pues fue antiguo militante del Partido Comunista y termina trabajando como agente de la CIA.

El detective es un sibarita -como lo fue su creador- y en cada novela nos sumerge en un fantástico y apetitoso desfile de recetas y bebidas que prepara con clase de gourmet. Con los ojos de Carvalho, el autor se sumerge, como Dante Alighieri de ‘La Divina Comedia’, en el infierno de los bajos fondos de cafichos, lolitas, travestis, drogadictos, traficantes, empresarios con chicharrones y políticos con doble filo; toda esa España que retratara descarnadamente un gran cineasta como Bigas Luna (‘Las edades de Lulú’), precisamente gran admirador del autor que comentamos. Para quien descubre al escritor, recomendaría ‘Yo maté a Kennedy’ (1972). Aquí aparece por primera vez, pero no como investigador privado, Carvalho, que es un personaje escurridizo, el de las mil caras: agente secreto, militante marxista, organizador de complots internacionales. El presidente Kennedy, su bella esposa Jackeline, una alucinada revisión de un magnicidio traumático para Estados Unidos, y en medio de todo, la presencia de Carvalho, un maleadazo.

También pueden comenzar con ‘Los mares del sur’ (1979), esta joyita recibe el Premio Planeta. Con ella conseguirá fama, lectores y es sin duda la más traducida y leída de toda su obra. El argumento: un empresario millonario es encontrado muerto a cuchilladas en un barrio marginal, cuando todos pensaban que estaba en la Polinesia siguiendo los pasos del pintor Gauguin. Allí estará el detective con su fiel ayudante y cocinero Biscuter -su Watson personal- para desentrañar el misterio en una Barcelona retratada magistralmente, convirtiendo la metrópoli misma en un personaje. En ‘Asesinato en el Comité Central’ (1981), durante una rutinaria reunión de la dirección del Partido Comunista español, se apagaron las luces de repente. Cuando se encienden los focos, el secretario general del partido está muerto, lo han asesinado. Los comisarios contratan a Carvalho, pero nada es lo que parece ser. Apago el televisor.

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