Fernando Vallejo
Fernando Vallejo

Este Búho admira la obra del colombiano Fernando Vallejo, hoy de 76 años, que este año lanzó su libro ‘Memorias de un hijueputa’. Para los entendidos, es una creación fundamental, la más polémica y política de sus novelas en la que retrata aspectos de la cultura de su patria y, también, expone su pensamiento. ‘A joder a los hijueputas de este país’, explica el polémico escritor. Como siempre, es sarcástico e irreverente hasta el límite, al punto de que en sus páginas fusilan a los expresidentes de Colombia: César Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, por supuesto, además de derrocar a Iván Duque.

Creo que después de Gabriel García Márquez no hay, en la tierra del vallenato, un escritor más representativo que Vallejo. Nacido en Medellín, sorprendió al mundo con ‘La virgen de los sicarios’. Hijo de un ministro de Estado, de niño tuvo una educación privilegiada. Estudió para concertista de piano, siguió Filosofía, se licenció de biólogo y estudió cine en Italia. El colombiano es un escritor visceral. De amores y odios. Ateo militante y confeso homosexual, es el intelectual más salvajemente crítico de la sociedad colombiana.

En 1971 decidió irse a vivir a México y juró no volver a su país. En el 2007 obtuvo la nacionalidad de los ‘charros’. Ese año, sus declaraciones causaron escándalo: ‘Colombia es una mala patria (‘El río del tiempo’), no quiero volver a hablar de ella en lo que me reste de vida y en México me pienso morir’. Sin embargo, en el 2011, tras ganar el premio Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, lanzó un puente a su patria de nacimiento: ‘Pongámosle que soy colombiano y mexicano, porque soy de donde nací y donde me voy a morir’.

En España, es un escritor de culto y el cineasta Pedro Almodóvar escribió de él: ‘Su ira explosiva es tan brillante, tan sonora, real y sincera, divertida a veces, cruel, casi siempre, que su lectura es algo gozoso y tonificante’. En su célebre ‘La virgen de los sicarios’ aborda el fenómeno del sicariato adolescente en la Medellín de Pablo Escobar.

Estando en Europa, se entera del ejército de sicarios adolescentes a los que el ‘Patrón’ pagaba entre 5 mil y 8 mil dólares por asesinar a un policía o autoridad. Por eso regresó a Medellín y se internó en el sangriento mundo de los sicarios. La novela parece un calco de su propia experiencia. Fernando conoce a Alexis, un asesino menor de edad que le hace entender por qué los jóvenes optan por el asesinato, aún sabiendo que morirán jóvenes, al no tener ninguna alternativa de ganar dinero ni de ascenso social.

Para convertirse en sicario, hay que matar a la persona que el cártel señale. Generalmente era un policía, un transeúnte cualquiera, una inocente ama de casa o un automovilista parado en un semáforo. Quien pasaba esa prueba formaba parte del ejército de sicarios de Escobar. Pero antes de quitarle la vida a algún desafortunado, se encomendaban a María Auxiliadora, ‘La virgen de los sicarios y patrona de los pobres’. Rezaban y lavaban las balas en agua bendita.

Pero no siempre las plegarias a la virgencita los libraban de una muerte atroz. Así, Alexis es asesinado por otro sicario juvenil. Fernando, angustiado, busca al homicida para vengarse. Y lo encuentra. Es ‘Laguna azul’, un chibolo tan atractivo como Alexis, que tiene el pelo teñido de rubio como el protagonista de la película de Hollywood ‘La laguna azul’, Christopher Atkins. Pero no puede matarlo y le propone escapar juntos a Europa para alejarse de esa terrible espiral de violencia que reinaba en Medellín y en Colombia.

Cuando ‘Laguna azul’ se va a despedir de su madre con sus pasajes en la mano, es asesinado. El cineasta francés de origen suizo Barbet Schroeder hizo una película sobre la obra. Ya había rodado ‘Barfly’, un filme de la vida del ‘escritor maldito’ Charles Bukowski. Vallejo desnuda, en ‘La virgen de los sicarios’, toda su frustración y decepción de la sociedad colombiana. ‘Mis conciudadanos padecen de una vileza congénita, crónica. Esta es una raza ventajosa, envidiosa, rencorosa, embustera, ladrona: la peste humana en su más extrema ruindad’. Apago el televisor.

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