Martin
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Este Búho piensa que el presidente Martín Vizcarra, en tan solo un año y siete meses en el poder, ya se ha ganado un lugar en la historia. No por sus obras como gobernante, sino por haber disuelto el Congreso. Pero no es motivo de esta columna comentar la validez legal o no de la misma. Hasta sus oscuras acciones para llegar al poder han sido retratadas en un libro revelador, el del periodista Martin Riepl, ‘Vizcarra: una historia de traición y lealtad’.

MARTINCITO Y SU ‘HERMANITA’: Cuando llegaron de la mano de PPK a Palacio de Gobierno, Martín y Meche nunca imaginaron que después de tres años y unos meses, él sería el presidente y Mechita votaría por su ‘suspensión’ para luego jurar como ‘presidenta encargada’. No, ni en la más fantasiosa ficción de ambos hubiera pasado algo así. Aráoz declara para Riepl en momentos en que estaba dolida y recuerda cómo abrió su corazón al moqueguano y, según ella, este le pagó mal: ‘Yo he llevado a Martín a celebrar su cumpleaños con mis amigos porque estaba solo’.

En efecto, aquel 22 de marzo del 2016, onomástico del candidato a la primera vicepresidencia por PPK, estaba en Lima solo, sin familia, en plena campaña electoral, y ella al percatarse de eso, lo llevó a la peña barranquina ‘La Oficina’. La ahora ‘quemada’ Mechita recuerda muy bien esa fecha. “Es que es del mismo día del cumpleaños de mi hermana. Por eso le comencé a decir ‘hermanito’”. Esa amistad no se resquebrajó pese a que Aráoz aspiraba a ser primera vicepresidenta y PPK escogió a Vizcarra, pero sí se hizo añicos cuando le ocultó el anuncio de adelanto de elecciones en su mensaje a la Nación del último 28 de julio, cuando no le dio la mano en la Parada Militar, le quitó su oficina en Palacio y despidió a su asesor. Después del cierre del Congreso, Vizcarra se refirió a ella despectivamente: ‘No puede decir que ha jurado, pero de mentiritas’.

¡NO ME HABLEN EN INGLÉS!: Según Riepl, en los primeros días de gobierno, ya Martín se sentía como huevo en cebiche: “... ni el espacio que le habían asignado, ni por quienes rodeaban a PPK, resultaba un lugar cómodo para el vicepresidente. Desconfiaba. Y comentó a varios su fastidio por ser convocado a reuniones con Pedro Pablo Kuczynski, en las que participaban Fernando Zavala, Alfredo Thorne, el canciller Ricardo Luna o Susana de la Puente, quienes empezaban hablando en castellano y terminaban en inglés (...) pronto la conversación se volvía incomprensible para Vizcarra, quien soportaba sentado en silencio o tan solo asintiendo incómodo, hasta el final de la reunión (...)

En general, el vicepresidente se sentía marginado de las decisiones en el gobierno de Kuczynski”. ¿Sería por eso que, mientras el hoy envuelto en el escándalo de las coimas de Odebrecht y excongresista César Villanueva fraguaba la vacancia de Pedro Pablo, Martín aceptó reunirse con Keiko para finiquitar la ‘sucesión’? Lo cierto es que ni bien llegó a Palacio, la primera que fue cesada en su cargo de embajadora fue Susana de la Puente. Saquen sus propias conclusiones.

DESCONFIADO: El autor del libro sostiene que una de las características personales del moqueguano es la desconfianza: “Esa característica ha determinado algunas de sus acciones de gobierno. Todas las personas que entrevisté coinciden en eso”. Sobre el tema de las ‘traiciones’, se reafirma en que los principales actores de la campaña del 2016 del partido se sienten traicionados por él: PPK se siente traicionado por Vizcarra, Mercedes Aráoz siente que él fue desleal con ella.

Desde que fue gobernador en Moquegua, hay gente que habla de ello, por ejemplo, el secretario general del Apra en esa región hace referencia a una traición suya. Postula con un partido de un amigo de su padre y termina traicionando a esta persona. Riepl cuenta una anécdota del presidente de cuando era pequeño, que puede definir perfectamente las acciones tan arriesgadas que toma hoy: “Un día, cuando era niño, Martín Vizcarra decidió subir a un árbol de moras. Él sabía, sin embargo, que los frutos más dulces son los que están en la cima. Allí donde el sol tuesta con suavidad. Y aunque pudiera haber esperado que cayeran por su cuenta, se arriesgaba porque otros podían pasar antes que él y llevárselos’.

Arriesgado de niño, arriesgado de adulto, arriesgado de presidente. Así también podríamos definir a Martín Vizcarra, un ajedrecista que anda dando jaques aunque el mate todavía esté un poco lejos. Apago el televisor.

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