Este Búho tuvo una sensación extraña este ardiente jueves de verano. Por teléfono, un viejo compinche de los años maravillosos de San Marcos me dijo a boca de jarro: ‘Búho, murió Ettore Scola, ¿todavía te emocionas con ‘Nos habíamos amado tanto’ Había muerto el último, sí, el último de los grandes directores de cine italiano, siguiendo la huella de los monumentales Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini y Michelangelo Antonioni. Una película suya marcó a toda mi generación sanmarquina, ‘La pesada’ de Letras, conformada por un grupo mixto que vivía la vida como si fuera una burbuja de jabón a punto de estallar. Es una película de culto.

Nunca se proyectó en un cine comercial. Fue un fenómeno que, según mis averiguaciones, surgió gracias a un bendecido promotor cultural del colegio italiano ‘Antonio Raimondi’. El colegio tenía un espectacular auditorio en una calle contigua a la avenida Arequipa. A mediados de los 80 decidió iniciar un cine club con películas italianas de directores como Fellini, Pasolini, Vittorio De Sica, Antonioni, Dino Risi y Ettore Scola. El público era fundamentalmente universitario. Los sanmarquinos tomábamos los ‘burros’ (ómnibus) y nos bajábamos en Paseo Colón con Wilson y ‘lateábamos’ hacia la avenida Arequipa, al ‘Raimondi’.

Todos iban a ver ‘Nos habíamos amado tanto’. Una tragicomedia donde se mezclaba la historia de Italia, de su cine y del desencanto y frustración de una generación ‘que quiso cambiar el mundo… y el mundo los cambió a ellos’. ‘Nos habíamos amado tanto’ es la historia de tres amigos, Gianni (Vittorio Gassman), Antonio (Nino Manfredi) y Nicola (Stefano Satta Flores), quienes se unen a los ‘partisanos’ (guerrilleros) que luchan contra los invasores alemanes (nazis). Son nobles, puros, idealistas de izquierda.

Finalizada la guerra, cada uno regresa a su ciudad, pero cinco años después coinciden en Roma y se enamoran de una misma mujer, Luciana (inolvidable Stefania Sandrelli). Pero los tres amigos han cambiado desde que dejaron las trincheras. Nicola se ha vuelto un fanático del cine y radicaliza sus posiciones ‘rojas’ hasta el extremo de dejar a su esposa y su hijo porque le resultaban incompatibles con su militancia. En esa mesa de billar que es la vida, Nicola es de la extrema banda izquierda. La otra banda derecha, extrema y oportunista, es la de Gianni. El idealista se transformó en un arribista abogado que buscó el atajo ante el triunfo del fascismo y la derrota del comunismo. Se casa con una mujer a la que no ama, pero cuyo padre es un millonario de la construcción, obeso y vulgar, igual que su hija.

El impresentable suegro adora un busto de Benito Mussolini. Scola es implacable en su mirada lapidaria al fascismo. Antonio es un humilde enfermero que ama por sobre todas las cosas a Luciana y por cosas del destino se la sigue encontrando. La ficción y la realidad del cine se entremezclan en este filme memorable. El enfermero va con su ambulancia justo cuando están rodando ‘La dolce vita’ y ¡¡allí aparecen el mismísimo director Federico Fellini y su actor Marcello Mastroianni!! Un cameo fenomenal. En esa escena Antonio reconoce a una mujer y su corazón se acelera, ¡¡es Luciana!! Al final la muchacha, madre soltera, opta por el incondicional Antonio frente al cínico y arribista Gianni y al cuadriculado Nicola.

Los tres amigos, por último, saldarán cuentas en una reunión amarga, donde descubren que la vida les jugó una mala pasada, que el idealismo de juventud se evaporó con los años y que su generación no alcanzó la felicidad y no supo aprovechar el amor cuando se paseó por sus narices. Los universitarios que la vieron a los veintitantos, tenían ojos ilusionados y abrazaban a las enamoraditas que pensaban serían eternas compañeras en las buenas y en las malas.

Muchos prometían en las butacas y en voz alta: ‘¡Nunca seré como Gianni, te amaré como Antonio! ¡Tú eres tan bella y buena como Luciana!’ Un consejo de este Búho: Prepárense, si van a volver a verla, 25 años después, en homenaje al maestro. ¿Es su vida mejor o peor a la de Gianni, Nicola, Antonio y Luciana? ¿Traicionaron sus ideales y su corazón? ¿De incendiarios pasaron a bomberos? Respondan con honestidad. Apago el televisor.

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Este Búho tuvo una sensación extraña este ardiente jueves de verano. Por teléfono, un viejo compinche de los años maravillosos de San Marcos me dijo a boca de jarro: ‘Búho, murió Ettore Scola, ¿todavía te emocionas con ‘Nos habíamos amado tanto’ Había muerto el último, sí, el último de los grandes directores de cine italiano, siguiendo la huella de los monumentales Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini y Michelangelo Antonioni. Una película suya marcó a toda mi generación sanmarquina, ‘La pesada’ de Letras, conformada por un grupo mixto que vivía la vida como si fuera una burbuja de jabón a punto de estallar. Es una película de culto.

Nunca se proyectó en un cine comercial. Fue un fenómeno que, según mis averiguaciones, surgió gracias a un bendecido promotor cultural del colegio italiano ‘Antonio Raimondi’. El colegio tenía un espectacular auditorio en una calle contigua a la avenida Arequipa. A mediados de los 80 decidió iniciar un cine club con películas italianas de directores como Fellini, Pasolini, Vittorio De Sica, Antonioni, Dino Risi y Ettore Scola. El público era fundamentalmente universitario. Los sanmarquinos tomábamos los ‘burros’ (ómnibus) y nos bajábamos en Paseo Colón con Wilson y ‘lateábamos’ hacia la avenida Arequipa, al ‘Raimondi’.

Todos iban a ver ‘Nos habíamos amado tanto’. Una tragicomedia donde se mezclaba la historia de Italia, de su cine y del desencanto y frustración de una generación ‘que quiso cambiar el mundo… y el mundo los cambió a ellos’. ‘Nos habíamos amado tanto’ es la historia de tres amigos, Gianni (Vittorio Gassman), Antonio (Nino Manfredi) y Nicola (Stefano Satta Flores), quienes se unen a los ‘partisanos’ (guerrilleros) que luchan contra los invasores alemanes (nazis). Son nobles, puros, idealistas de izquierda.

Finalizada la guerra, cada uno regresa a su ciudad, pero cinco años después coinciden en Roma y se enamoran de una misma mujer, Luciana (inolvidable Stefania Sandrelli). Pero los tres amigos han cambiado desde que dejaron las trincheras. Nicola se ha vuelto un fanático del cine y radicaliza sus posiciones ‘rojas’ hasta el extremo de dejar a su esposa y su hijo porque le resultaban incompatibles con su militancia. En esa mesa de billar que es la vida, Nicola es de la extrema banda izquierda. La otra banda derecha, extrema y oportunista, es la de Gianni. El idealista se transformó en un arribista abogado que buscó el atajo ante el triunfo del fascismo y la derrota del comunismo. Se casa con una mujer a la que no ama, pero cuyo padre es un millonario de la construcción, obeso y vulgar, igual que su hija.

El impresentable suegro adora un busto de Benito Mussolini. Scola es implacable en su mirada lapidaria al fascismo. Antonio es un humilde enfermero que ama por sobre todas las cosas a Luciana y por cosas del destino se la sigue encontrando. La ficción y la realidad del cine se entremezclan en este filme memorable. El enfermero va con su ambulancia justo cuando están rodando ‘La dolce vita’ y ¡¡allí aparecen el mismísimo director Federico Fellini y su actor Marcello Mastroianni!! Un cameo fenomenal. En esa escena Antonio reconoce a una mujer y su corazón se acelera, ¡¡es Luciana!! Al final la muchacha, madre soltera, opta por el incondicional Antonio frente al cínico y arribista Gianni y al cuadriculado Nicola.

Los tres amigos, por último, saldarán cuentas en una reunión amarga, donde descubren que la vida les jugó una mala pasada, que el idealismo de juventud se evaporó con los años y que su generación no alcanzó la felicidad y no supo aprovechar el amor cuando se paseó por sus narices. Los universitarios que la vieron a los veintitantos, tenían ojos ilusionados y abrazaban a las enamoraditas que pensaban serían eternas compañeras en las buenas y en las malas.

Muchos prometían en las butacas y en voz alta: ‘¡Nunca seré como Gianni, te amaré como Antonio! ¡Tú eres tan bella y buena como Luciana!’ Un consejo de este Búho: Prepárense, si van a volver a verla, 25 años después, en homenaje al maestro. ¿Es su vida mejor o peor a la de Gianni, Nicola, Antonio y Luciana? ¿Traicionaron sus ideales y su corazón? ¿De incendiarios pasaron a bomberos? Respondan con honestidad. Apago el televisor.

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