El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un arroz con pato sazonado con chicha de jora y cervecita negra, acompañado de sarsa criolla y, para bajar la grasita, una jarrita de manzanilla caliente. “María, es terrible que las mujeres en nuestro país sean víctimas de tantas En los últimos días han ocurrido dos casos especialmente indignantes, porque las víctimas son mujeres honradas y trabajadoras que fueron ultrajadas mientras laboraban. La primera es una joven venezolana que llegó a Lima huyendo del hambre, la violencia y las injusticias que hay en su país por culpa del impresentable de Nicolás Maduro. Trabajaba como mesera en una cebichería a la que llegó un miserable afirmando ser médico y pidió que le envíen dos menús a su consultorio. Además, dijo que lleven La extranjera fue a la dirección señalada con la comida, un edificio en el que hay oficinas y consultorios, a solo unas cuadras del restaurante. Cuando llegó, el delincuente intentó violarla, la manoseó, golpeó, insultó, amenazó y le quitó el dinero. La chica se resistió y escapó del degenerado. Hizo la denuncia pero cuando fueron al lugar, nadie conocía al cobarde. La joven no deja de llorar, está aterrorizada y se lamenta diciendo: ‘Yo vine a este país por necesidad, para ganarme la vida, y no es justo esto que debo soportar’. Tiene razón. Y da vergüenza que pasen situaciones de este tipo. ¿Qué clase de país somos? La cara de la bestia fue grabada por la cámara de la cebichería y ojalá la policía lo identifique y capture.

El otro que acusa a sus dos compañeros de trabajo, el chofer de un bus interprovincial y su ayudante, de haberla drogado y violado durante el trayecto de Arequipa a Lima. La joven cuenta que ambos le invitaron una bebida en la que pusieron un potente somnífero, pues se sintió mal y se durmió. Llorando, señala que la ultrajaron en la cabina del conductor, donde hay una cama. Cuando despertó de madrugada y se dio cuenta de que había sido abusada, les reclamó y el chofer le pidió perdón, ¡prometiéndole que no volvería a pasar! La chica sentía que el mundo se le venía abajo, pero se armó de valor y denunció todo en la comisaría de Apolo, en La Victoria. Lo inverosímil pasó después, cuando la policía condujo ante la Fiscalía a la víctima y a los dos sujetos que habían sido detenidos. La joven dio su manifestación, pero cuando dijo que el ultraje se perpetró en Nasca, la fiscal indicó que no estaba en su jurisdicción y no tomó el caso, con lo que ambos acusados quedaron libres. La fiscal era una mujer y no le importó. ¡Esas son nuestras autoridades y esa la justicia que tenemos! Los congresistas, en lugar de utilizar el Parlamento para robar, perpetrar venganzas y defender a mafias perjudicando al pueblo, deberían mejorar leyes como esa, que solo da hasta ocho años de prisión a las bestias que violan a una mujer adulta”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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