El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un poderoso caldo de gallina con presa grande, huevito duro, limón y rocotito molido. “, llegó a la Redacción el veterano periodista de política, . Estaba con una cara de resaca que parecía salido de un sarcófago del conde Drácula. Su piel blanquísima y sus ojos rojos, inyectados de tantas amanecidas, le daban una apariencia de zombie. No podía ni hablar, porque por su garganta habían discurrido al principio finos whiskies y vinos, pero después brebajes infames, pócimas de ron de quemar y aguardiente de fantasía que expenden en esas cantinas llamadas ‘cámaras de gas’, donde mi amigo termina al final de la madrugada.

‘Gary, hermanito, estuve en varias fiestas por el ‘Día del periodista’. No necesité invitación y me ‘cole’ a todas. Todavía tengo mi carné y amigos que me invitan. Por eso fui a una que organizó una conocida empresa con un periodista que ahora está ganador, pero en ese tiempo era mi calichín, y agradecido me prestó un saco y una corbata y entré mismo Leonardo DiCaprio a la fiesta de primera clase del ‘Titanic’. Gary, las chibolas, muy emocionadas, me miraban, me señalaban como una ‘leyenda del periodismo’ y empecé a tomar muchos vasos de whisky’.

‘El asunto es que después no me acordaba de nada. Solo que desperté en una habitación de un hotel en la avenida Arequipa, en Miraflores, y tenía mi billetera y celular. ‘Qué raro’, pensé. En eso recibí una llamada siniestra, era del chinito fotógrafo, Juan Carlos. ‘Cigarrito, qué suerte que estás vivo. Entra a las redes sociales. Eres tendencia, clic’. Volé a una cabina de Internet frente al parque ‘Kennedy’. ¡Gary, lo que vi me hizo morir de vergüenza! Habían videos de la fiesta y me filmaron bailando ‘La Macarena’ con pasitos medio raros con una chibola de veinte años, redactora de locales de un medio importante. Lo peor es que en mi borrachera imitaba toditas las de , le sacaba la lengüita. El título del video era ¡Sesenta y veinte! y con la música de fondo del tema de José José, ‘Cuarenta y veinte’.

Los comentarios eran ofensivos hacia este respetado periodista. ‘Viejo verde’, ‘roba cunas’, ‘¡Drácula!’, podía leerse. Insultos de baja estofa, seguro escritos por mis enemigas, las feministas”. María, lo que no sabe ‘Cigarrito’ es que las chicas de Redacción, como estaba muy cargoso y ellas habían cobrado su quincena, hicieron una chanchita y un sorteo. Quien perdía se llevaba al viejo periodista a un hotel para que duerma la borrachera. La perdedora, haciendo de tripas corazón, lo llevó abrazadito al ‘telo’ y le hizo creer que iba a pasar la noche de su vida, pero ni bien ‘Cigarrito’ se metió al baño para ‘prepararse’, la chibola huyó despavorida a seguir rumbeando en el tono’”. Pucha, ese señor ‘Cigarrito’ fue un buen periodista. Lástima que no guardó pan para mayo. Me voy, cuídense.

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