'Cigarrito' no
'Cigarrito' no

El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un sudadito de cabrilla con arroz graneadito, yuca sancochada y limonada heladita. “María, me visitó mi amigo, el veterano periodista de política ‘Cigarrito’. ‘Gary, entro a tu redacción y me parece que ingresara a un hospital. Todo es silencio y cada uno observando fijamente su computadora. Hablé fuerte y todos me miraron, prendí un cigarro y el guachimán me llevó a una ‘terraza de fumadores’. Lo peor es que una vez vine a las nueve de la noche y ya habían cerrado la edición, y en la mesa no vi ni una botellita de whisky o ron, como en mis tiempos’.

María, ‘Cigarrito’ es una reliquia de otra generación de periodistas. Para muchos fue la ‘época de oro’, donde los diarios no competían con los noticieros de TV de las diez u once de la noche, porque no existían. Por eso cerraban tarde y publicaban las noticias que llegaban hasta la medianoche y se iban a las dos o tres de la mañana. ‘El periodismo ‘bohemio’ ya murió.

Lo mataron los smartphones, webcams, Facebook en vivo. Antes, cuando no proliferaban los celulares, mis colegas, después de cerrar, se reunían en ‘Las Pancitas’ del jirón Quilca. Allí recalaban los hombres de prensa de todos los diarios de Lima. Nos quedábamos hasta las seis de la mañana y yo llegaba a mi casa con el pan. Por eso mi esposa me abandonó.Pero el diario era como una familia. Una vez, una gran redactora de política siempre salía a almorzar con un chico de deportes. Ella era mayor, pero ‘Cartoncito’ era todo un donjuán y todavía hablaba como argentino.

Las chicas la defendían, la ‘China’ de policiales nos decía: ‘Son solo amigos, ustedes, hombres machistas, siempre piensan mal’. Un día, la gran redactora llegó con lentes oscuros ¡en pleno invierno! Yo, mosca, me di cuenta al toque de que tenía el ojo morado. ‘Susana -le dije- dime si el maldito de tu marido te pegó, yo sé dónde trabaja, voy y le saco la m...’. ‘No, Cigarrito, me caí en la ducha’, me contestó, con la excusa de muchas mujeres golpeadas. Pero el pegalón cavó su tumba. A las once de la mañana, en tragos, se apareció el marido en el diario con un bate de béisbol de acero.

‘Oye, Cartoncito -vociferaba-, sal porque te voy a romper la cara, con mi mujer nadie se mete’. La redactora lloraba y ‘Cartoncito’ estaba de comisión. El marido no sabía que los porteros del diario eran delincuentes y asesinos ya plantados de ‘El Frontón’, como ‘Gavilán’ y ‘El tío Candela’, quienes a su vez fungían de guardaespaldas del inmenso y rubio director.

‘Candela’ era el ‘sable’ más sanguinario de la isla penal hoy desaparecida. Yo le dije a Candela: ‘Tío, ese miserable le metió puñetes en la cara a nuestra redactora’. Candela le susurró al oído del desubicado: ‘Te voy a llevar donde está el partidor de Cartoncito’. El portero lo metió al cuarto oscuro del revelado de fotos y el gordo ‘Paco’ salió intuyendo lo que se venía. ‘Candela’ le dio la paliza de su vida. ‘Si le pones un dedo a la señora Susana, te mato, sé donde vives’, lo amenazó”. Pucha, ese señor Cigarrito fue un buen periodista, lástima que no guardó pan para mayo. Me voy, cuídense. 

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