Mi amigo Gary llegó al restaurante por un sabroso estofado de pollo presa grande, con arrocito blanco, papita amarilla y su jarrita de limonada frozen. “María, en estos tiempos de desastres naturales y desesperación, sé que es díficil, pero las personas debemos tomar las cosas con calma y tener mucha paciencia. 

Todas estas malas noticias pueden causar depresión, nos desesperamos y entonces aparece el estrés, una enfermedad que afecta no solo la mente, sino también el cuerpo. Según su grado o las condiciones en que se encuentre la persona, el estrés puede causar mala memoria, dolor de cabeza, achaques persistentes, falta de energía o concentración, problemas sexuales, cansancio, diarrea o estreñimiento, dificultad para dormir y otros. Aquí algunos que nos pueden ayudar:

Usa un lenguaje positivo: con frecuencia nos quejamos de todo, del trabajo, de la pareja, de los vecinos. Hay que reemplazar ese pesimismo por pensamientos positivos. Ese cambio de actitud, incluso, motiva, inspira y mejora nuestras decisiones.

Acepta el hecho de que no todo es perfecto: ser positivo no es creer que todo es perfecto y que no habrá obstáculos en el camino. Si las cosas no salen bien, analiza qué debes hacer para la próxima.

Sé agradecido: ser agradecido usualmente convierte la ira y la frustración en sentimientos más positivos.

Sé generoso: si alguien busca un consejo, dáselo. A veces, hasta los gestos más pequeños engrandecen.

Controla tu respiración: dicen que a aquellos que tienen habilidad para controlar la respiración se les hace más fácil conducirse en la vida.

Nadie está a salvo de derrotas: Pero es mejor perder algunos combates luchando por nuestros sueños, que ser derrotado sin siquiera saber por qué se lucha.

La mayor debilidad es rendirse: La forma más segura de tener éxito es intentarlo siempre una vez más.

Demos lo mejor de nosotros y seamos agradecidos: Cada paso es para alcanzar algo mejor o más grande.

Brinda amor a tus familiares: Eso te hará sentir bien emocionalmente. También es muy bueno ser respetuoso con las personas mayores.

No importa la edad: Siempre hay algo bueno que esperar”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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