El fotógrafo Gary llegó al restaurante por unos tallarines verdes con quesito rayado, un bisté y su refresco de cocona. “María, los tiempos han cambiado. Hace unas décadas, los y adolescentes salían al barrio, al parque o a la casa de algún amiguito y sus padres los esperaban tranquilos. Hoy, un joven o una chica va a la universidad o instituto y su mamá mira a cada rato el reloj, aguardando que vuelva sin novedad. Peor es si salen a alguna fiesta, concierto de rock o reunión de amigos los fines de semana, pues sus padres se la pasan en vela por temor a que les ocurra algo malo, una pelea, un asalto o un secuestro. 

Pese a los peligros que hay en la calle, especialmente de noche, los jóvenes de hoy tienen poca capacidad para medir los peligros y tomar precauciones. Son muy arriesgados y esa conducta puede llevarlos a ser víctimas de accidentes de tránsito, asaltos y robos, violaciones sexuales y hasta asesinatos. Mira lo que le pasó a que, luego de ver el partido Perú-Venezuela, se fue a la playa a tomar cerveza y whisky con tres amigos hombres. . O la chica que fue violada por un desconocido en la discoteca cuando ella estaba inconsciente de tanto licor que había tomado. Por eso, los padres debemos cuidar más a nuestros hijos, evitar que caminen al filo del abismo.

Fortalezca su autoestima. Es la armadura que protegerá a su hijo toda la vida. Los hace capaces de manejar los conflictos y resistir a las presiones negativas.

Elógielo por sus esfuerzos. Lo ayuda a continuar luchando por sus objetivos, a asumir más retos y a disfrutar más de sus éxitos.

Conozca a su hijo. Sea realista, mírelo con sus cinco sentidos y no con el corazón, pues solo así podrá reforzar sus virtudes y corregir sus defectos. Sepa sus gustos, expectativas y anhelos. Ayúdelo a ser feliz.

Sepa quiénes son sus amigos. Así sabrá con quiénes se relaciona y qué tan buenos o negativos pueden ser. Para ello, cree un hogar acogedor, conozca los nombres de sus amigos y dialogue con ellos, pero sin interrumpir sus reuniones.

Promueva la comunicación. El diálogo es clave para la comprensión y confianza mutuas. Debe ser sin órdenes, pero con autoridad y cariño. Así, su hijo no tendrá problemas en decirle a dónde va cuando sale de casa.

Adviértale sobre los peligros. Tanto en la calle como en casa, también en las redes sociales. Aconséjelo, pero con paciencia, sin aburrirlo. Por ejemplo, sobre los lugares de riesgo, al tomar un taxi, qué hacer si tiene algún problema, si se malogra un ascensor, si ocurre un sismo o si sufre un accidente”.

Mi amigo Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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