Los robos de celular son pan de cada día en el Perú
Los robos de celular son pan de cada día en el Perú

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un aguadito de menudencias, pollo al horno con arroz y, para tomar, jugo de papaya. “María, sigo preocupado por el aumento de la . Los hampones son como esos muertos vivientes que buscan cerebro.

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A diferencia de los zombis, buscan nuevas maneras de sacar dinero de las personas honestas. Lo último son las extorsiones ¡a las remodelaciones de casas en los distritos populares! Y en esto también se han metido los delincuentes extranjeros, que primero llaman por teléfono y, si no les hacen caso, llegan en motos o mototaxis, arma en mano, para pedir un cupo a los propietarios.

Algunos pagan y otros optan por dejar la obra como está. Los vecinos que ahorraron su platita con esfuerzo para llenar el techo de su casa, ampliar su cocina o enchapar el baño, se ven obligados a vivir como están por culpa de estas mafias.

La Policía ya no se da abasto para combatir al hampa. A los hampones peruanos se han unido una horda de extranjeros. Miren nomás cómo el fin de semana llenaron una discoteca entera para gastar el dinero mal habido en trago caro y mujeres.

En lugar de estar pensando en cómo salvan de sus pillerías al presidente, el ministro del Interior y sus pares de Justicia y Defensa deberían armar toda una estrategia, primero para detener a los extranjeros y devolverlos a su país, y luego para enfrentar con inteligencia el delito en todas sus modalidades.

Como se hizo en el tiempo del terrorismo. Los agentes del GEIN, al mando del coronel Benedicto Jiménez, emplearon el cerebro, los datos y la paciencia para detener poco por poco a los líderes de Sendero Luminoso y luego, como la cereza del pastel, al genocida Abimael Guzmán, en 1992.

AGRESIÓN INTERNA QUE NO SE VEÍA DESDE LA SUBVERSIÓN

El Perú se encuentra realmente en medio de una agresión interna que no se veía desde la época de la subversión. Las bandas de hampones nos han sometido al terror diario. Uno sale a la calle con miedo de que nos suceda un asalto o que una bala perdida nos impacte en el cuerpo y nos mate. Así estamos.

Todo el esfuerzo del Gobierno debería estar enmarcado en esto. Cierren las fronteras ya. A cal y canto. Basta de una falsa solidaridad. Que ingresen solo las personas honestas y necesitadas. Los pillos, hampones y gente con antecedentes que se queden por allá. Si tan buenas son las relaciones con el sátrapa de que se firme un tratado para que les devolvamos a sus sicarios, extorsionadores y asaltantes.

No es justo que los recibamos con las puertas abiertas. Y no estamos siendo xenófobos por esto. Estamos hablando de nuestra supervivencia como sociedad. Unámonos como peruanos para pedir esto, exijamos seguridad y que se vayan los delincuentes del territorio nacional”. Mi amigo Gary tiene la razón. Me voy, cuídense.

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