Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su cachemita frita con frejoles canarios, sarsa criolla, sopa de verduras y, para tomar, chicha morada heladita. “María, faltan pocos días para celebrar la Navidad y el Año Nuevo, y el país entero ya vive las fiestas por adelantado, sino mira esa vorágine de compra de regalos, ropa, artefactos eléctricos y arreglo de las casas con motivos navideños que se aprecia en centros comerciales y mercados. Ya hemos hablado del tema en otras ocasiones, pero ahora quiero incidir en algo muy importante: el uso de fuegos artificiales. No me gustaría ver que se repitan tragedias como la de Mesa Redonda hace casi veinte años, que dejó alrededor de medio millar de muertos, muchos de ellos calcinados y pulverizados. Pese a haber sido un hecho que remeció a todo el país, mucha gente lo ha olvidado y ahora hasta relativizan lo que pasó en ese lugar el sábado 29 de diciembre de 2001. Ahora se sabe que, a las 19:15 horas de ese fatídico día, un vendedor informal quiso hacer una demostración de un artefacto pirotécnico y desató un incendio en una tienda cerca del cruce de los jirones Andahuaylas y Cusco.

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El suelo contenía restos de pólvora, cuya deflagración alcanzó a decenas de cajas con pirotecnia de los locales vecinos. Eso inició el infierno. Otro drama son los miles de niños intoxicados por ingerir, como si fueran caramelos, los cuetones que se venden en la calle. O de los que pierden dedos u ojos al explotarles el artefacto en plena cara. Por eso los padres debemos estar atentos a lo que hacen nuestros hijos y denunciar si sabemos que se está vendiendo sin control alguno los famosos ‘matarratas’, ‘silbadores’, ‘chapana’, ‘bin laden’ y otros que se fabrica de manera artesanal.

Las autoridades municipales y de la Policía también deberían estar atentas en estos días para identificar los talleres pirotécnicos y a los vendedores. Pero los cuetones no solo causan daño físico evidente, sino también fomentan la contaminación del aire y la contaminación sonora, especialmente los días 25 de diciembre y 1 de enero. Y si usted es un amante de los animales, recuerde que estos seres son los que más sufren en estos días por el fuerte estruendo. Sus niveles de estrés suben a niveles siderales, algunos hasta sufren desmayos. Muchas familias prefieren darles algún somnífero horas antes de las celebraciones para evitarles estos momentos de terror. Entonces hay que ser empáticos y pensar en todos estos temas. Hay que festejar con mesura, porque la pandemia aún no se ha ido”. Pucha, mi amigo tiene razón. Me voy, cuídense.

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