El Chato Matta llegó al restaurante por un poderoso aguadito de pollo con mollejitas, corazoncitos, hígado y papita amarilla, limón y ajicito molido. Espectacular para combatir el frío. “María, me timbró Betito, el fiel ‘chaleco’ de ‘Chatito, baja urgente. Hemos cerrado el local del tío Felipe, hay chicharroncito de pollo crocante, whisky etiqueta dorada en las rocas y buena música’. Cuando llegué, Pancholón deliraba. Estaba requintando por la derrota de la selección ante Francia. ‘Chato, el gol francés fue como una puñalada en el corazón’, me confesó el abogado. Se tomó un vaso lleno y empezó a contar sus historias. ‘Causita, me dijo, desde España 82 no íbamos a un Mundial y esta selección despertó la ilusión de le gente, pero en el fútbol, si no la metes, ya fuiste. Estoy bajoneado por todo. Soy varón y parador, pero también tengo mi bobito. Te conté que hace unos meses volví a salir con Jackie, la mujer que me marcó en mi adolescencia. Fue el amor de mi vida, pero me traicionó con el Cholo con plata de la televisión, que le puso depa y carro. Yo era de barrio, pero sano. Estudiaba Derecho y mi viejito ‘Mazamorra’ me daba mis propinas, pero apenas me alcanzaba para llevarla al cine en micro.

Billetera mató galán. Desde ese día juré nunca más enamorarme y lo peor es que me volví partidor. Cada vez que veía a un gil con su mujer, me entraba el ‘gusano’. Me relamía la lengua, pateaba debajo de la mesa, torcía el cuello. A Jackie la vi después de 25 años y la encontré madurita. Toda una señora de las cuatro décadas en su punto. Se había casado y divorciado de un viejo italiano que le dejó un caserón en La Molina y una cuenta de miles de dólares en el banco para ella y su hijo que, la firme, se parece a mí. Ella se portaba muy generosa conmigo, me compraba sortijas de oro, ropa y hasta arreglaba mi camioneta cuando se malograba, pero tenía un gran defecto: ¡¡era enferma de los celos!! ‘Pancho, te amo y sé que eres movidito. Soy buena gente contigo, pero no me dejes en ridículo. Si te ampayo, mueres para mí. Mis detectives ya saben todos tus movimientos y diligencias en La Posada’. Pucha, causa, durante semanas me estuve cuidando y trampeaba asustado. Pero me llamó la ‘Shakira del Callao’, una flaca que mueve las caderas como la colombiana. ‘Panchito, me dijo, hazme tuya, papi...’. No lo pensé dos veces. La cité por la avenida La Marina. De frente me abordó: ‘Gordito, siempre seré tuya, así tenga novio o esté casada’. Hicimos el amor como locos. Una y otra vez. Terminé peor que Aquino, el mejor jugador de Perú ante Francia. Matadazo. Después me quedé dormidito. Al día siguiente, fui de lo más fresco a la casa de Jackie, quien me recibió con un cachetadón y me enseñó unas fotos tomadas de un celular. Allí estaba yo echadito con la ‘Shakira’. Ella misma le había mandado las fotos por ‘wasap’. Y ¡¡encima las colgaron en ese maldito Facebook!! ‘¡Fuera, tramposo! ¡Rata, basura! ¡Cochino sinvergüenza!’, me gritó y me arranchó la cadena de oro de 30 gramos que me había regalado”. Pucha, ese señor Pancholón se pasa de cochino. Me voy, cuídense.

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