El fotógrafo Gary llegó al restaurante por una corvinilla frita con papas sancochadas, ensalada de tomate, cebolla, aceitunas, rocotito y un emoliente calientito para calentar el cuerpo. “María, la tragedia ocurrida en la galería Nicolini, , no puede ser considerada un accidente. Allí se juntaron todos los elementos para que ocurra el como Jorge Luis Huamán Villalobos, de 19 años, y Jovi Herrera Alania, de 20. Dos chicos humildes pero trabajadores y con muchas ganas de salir adelante, como demuestra el hecho de que hayan aceptado laborar en condiciones denigrantes, prácticamente de esclavitud, porque se les ofrecía un dinerito ‘fijo’ semanal. No importaba mucho que hayan sido solo 20 soles al día... ¡Menos del sueldo mínimo! Y de esa necesidad se aprovechaba el mal empresario que los contrató para explotarlos. Así, Jorge Luis y Jovi trabajaban doce horas al día encerrados , mientras borraban la marca ‘chancho’ de cientos de fluorescentes para colocar la de una empresa prestigiosa. Solo salían a comer a golpe de la 1 de la tarde, media horita y con su plata. Obviamente, es redundante precisar que no tenían ningún beneficio como vacaciones, seguro médico, seguro de vida o gratificaciones. ¡Si no figuraban en ninguna planilla! Era como si no existieran.

Lo más triste es que, como Jorge Luis y Jovi, miles de peruanos son sometidos a semejantes condiciones de explotación por infames empresarios a quienes solo les importa hacer dinero. Para ellos, la vida de otros peruanos no vale nada. Ahora mismo hay innumerables peruanos exprimidos en indignas factorías, muchas de ellas clandestinas, en el Centro de Lima, en Gamarra, en todo el Perú. Pero también son explotados los trabajadores de ciertos bancos, de cadenas de boticas, de supermercados y otros grandes negocios donde supuestamente el trabajo es ‘formal’, pero donde se pagan sueldos paupérrimos, sin que se les reconozca derechos básicos como las horas extras. Frente a esta situación, el Estado está en la obligación de frenar a estos empresarios sinvergüenzas y abusadores, muchos de los cuales construyen inmensas fortunas a costa del abuso a sus trabajadores. El Ministerio de Trabajo debe velar por el respeto a los derechos de los peruanos, en esas miles de pequeñas y medianas empresas informales que no pagan impuestos, y también en las formales y en las grandes que tienen a miles de empleados. Cuando el Perú está a poco tiempo de celebrar los doscientos años de su Independencia, no puede ser que un enorme sector de hombres y mujeres sean tratados como esclavos”. Gary tiene razón. Me voy, Cuídense.

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