El Chato Matta llegó al restaurante por un cebichito de cachema y su arrocito con mariscos con su jarrita de limonada con hierbaluisa. “María, Pancholón tiene una y mil batallas, la mayoría en las madrugadas. El viernes me timbró cerca de la medianoche. ‘Causita —me gritó—, baja urgente, la noche es joven, somos los que somos y liquidamos hasta el amanecer’... Apenas llegué, tenía listo su playlist en su camionetón donde se leía ‘Salsa para tramposas’.

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