El Chatto Matta cuenta otra de sus desventuras en el amor.
El Chatto Matta cuenta otra de sus desventuras en el amor.

El Chato Matta llegó al restaurante por su seco de cabrito tierno con frejoles, ajicito molido y una jarra de chicha morada al tiempo. Estaba cantando uno de sus temas preferidos del gordito Josimar y su Yambú: Eres el regalo que cayó del cielo/ quiero estar siempre a tu lado, hasta tus defectos me han enamorado./ Y no puedo compararte/ yo no he conocido a nadie que te iguale./ Eres la mejor de todas, para describirte las palabras sobran.../ La protagonista de mi linda historia,/ la que es buena amante...’.

“María, a veces pienso que el destino me juega unas malas pasadas, como a Al Pacino en su inolvidable papel en Carlito’s Way, quien cuando pensaba que iba a encontrar la felicidad completa con su bella novia Gail e iba a dejar la delincuencia para poner un negocio legal en Bahamas, su ‘hermano’ ‘Pachanga’ lo traiciona y lo ‘centra’ con Benny Blanco, del Bronx, quien lo asesina.

En mi caso, como te contaba, dejé la vida de juergas con Pancholón porque encontré a Sammy, una chica buena, trabajadora, de su casa. Ella me aceptó, aunque me puso una condición: ‘Tienes que ser como los alcohólicos, que hacen una retirada estratégica de los sitios donde consumían licor, como bares, canchitas de fulbito, polladas, discotecas, salsódromos, chichódromos... En tu caso, Chatito, debes alejarte de ese cochino de Pancholón. Tú eres bueno, caballerito, pero cuando estás con ese sinvergüenza te vuelves otra persona y te juntas con mujeres fáciles y falsos amigos.

Pucha, María, nunca me ha gustado que una mujer me diga lo que tengo que hacer. Pero la carne es tentadora. Conocí por Panchito a una hermosura, la clon de Brunellita. ‘Llévame al Callao’, me dijo. Ella estaba picadita y se mandó una ‘loraza’. Se había sentado adelante y esa minifalda me enseñaba todito su hilo dental. ‘Amigo, estoy muy mal porque mi novio sigue con su esposa, y eso que me ha puesto un nidito de amor y me hace regalazos. Párate en ese hotel, voy a vengarme de ese desgraciado’, y me mandó un tremendo chape cuando estacioné en el hotel. ‘¡Baja, papito!’, me pidió. Fue un momento de locura. Dije ‘vamos pa La Habana’.

Lo malo es que a los tres días me llegó un sobre manila. ¡Eran unas fotos mías en la cama del cuarto con la rubia despechada, yo estaba totalmente ebrio en la cama junto a ella! Lo peor es que no recuerdo nada. Una nota acompañaba las imágenes: ‘Chato, si no te portas bien conmigo, le mando las fotos a tu noviecita para que te bote como un perro’. Pucha, no sé qué hacer”. Me voy, cuídense.

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