Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas chuletas doraditas con papas nativas sancochadas, salsa criolla con hierbabuena, rocotito molido y una jarrita de limonada. “María, llegó a la Redacción mi gran amigo, el periodista y marketero ayacuchano Malcom Mendocha. Es uno de los pocos que se puede jactar de haber conversado y vivido anécdotas, muchas de ellas increíbles, con los principales artistas de talla internacional del Perú y del mundo de habla hispana. “Como promotor del sello Hispavox, recibí en la escalinata del avión al ‘Niño de Linares’, , en la cumbre de la fama. Quedé paralizado cuando me estampó dos besos en mis cachetes y dijo: ‘Gracias, chaval. Estoy feliz en esta tierra de milenaria cultura’. Luego, nos hospedamos en el hotel Crillón. En la suite, recogiendo su cabello negro, comentó: ‘Pues hombre, todo empieza con ‘Yo soy aquel’, logrando el séptimo lugar en el Festival Eurovisión, pero el público lo inmortalizó’. Y fue galardonado con ‘Disco de uranio’.

Cuando cruzó sus piernas, exclamé: ‘¡Qué bonitos botines!’. Me guiñó el ojo y contestó: ‘Joder. Era fanático de los Beatles. Así canté en el Madison Square Garden y presentado por Brian Epstein, mánager de ellos’.

Degustando cebiche de lenguado, explotó: ‘¡Hostias, está divino!’ Y cerró sus ojos saboreando el camotito.

En cálida conversa, indagué: ‘¿Algún misterio al cantar de negro?’. Reveló: ‘En gira a México, no llegaron las maletas. A minutos de actuar, Manolo corrió a comprar un terno y solo me alcanzó un pantalón y camisa negra’. Así fue universal con ‘Mi gran noche’ y en la película ‘Cuando tú no estás’.

Después, con venerables años e imborrable sonrisa, junto a Natalia, su única esposa, periodista, evocó: ‘Papá Francisco ganó pesetas como obrero constructor y sacó adelante a la familia’. Tenía los ojos humedecidos.

Nunca fue divo. Me sorprendió, pues puso su mano en mi hombro y confesó: ‘Llevo una cruz por dentro, con la cirrosis hepática que casi me cuesta la vida’. Se quebró y abracé al ‘Precursor de la balada romántica’, quien se salvó gracias a un trasplante de hígado en el 2003. El padre amoroso quiere al Perú. Nos pone de pie con alma histriónica cantando ‘Cuando llora mi guitarra’”. Ese señor Mendocha conoce a todo el mundo. Y Raphael, para mí, está entre los más grandes de la música. Con sus canciones me enamoré de mi esposo. Me voy, cuídense.

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