El Chato Matta conoció a una buena mujer.
El Chato Matta conoció a una buena mujer.

El Chato Matta llegó al restaurante por su rica chanfainita que tanto le gusta con su arrocito blanco graneadito, canchita serrana y rocotito molido. Después se tomó una infusión de anís para la buena digestión. “María, a veces los jóvenes del barrio me paran en la esquina y me dicen: ‘Tío, usted sí es bravo, siempre ganador con sus amores que vienen ganadazas de Europa’. Y yo me pongo a cantar una del maestro: ‘Oye Héctor, tú estás hecho, siempre con hembras y en fiestas. Y nadie pregunta si sufro, si lloro, si tengo una pena que hiere muy hondoooo’. La calle es una selva de cemento. También he llorado por amor y es de varones reconocerlo. Y yo perdí con la espectacular Adelita.

Me la presentó una trampita de Pancholón una de esas noches locas. Era guapa, elegante y vestida de negro, como la canción. La primera noche, después que bailamos un par de temas de Manolito y su Trabuco, y de beber varios cubas libres, me arrastró afuera del local y paró un taxi. ‘Hace media hora -me dijo- esperaba que tú hagas lo que yo hago ahora, vamos al hotel’. María, tú sabes que soy de barrio, callejero y parador. Pero entré en demencia. Ella usó mi cabeza como un revólver. Me salía con cada cosa. Yo estaba casado, pero no podía resistirme a sus llamados a mi celular, que eran como cantos de sirena de Ulises que me enloquecían.

Era insaciable y tenía prácticamente que huir del hotel porque no podía llegar de día a mi casa. Pero aparecía de madrugada borracho y mi pobre esposa me hacía terribles escenas de celos. Una madrugada le dije que ya no la amaba. Estaba loco por Adelita y estuve a punto de separarme. Pero felizmente no lo hice. Yo creía que era solo mía, pero una noche su propia amiga me citó para contarme la verdad: ‘Chatito, yo te estimo, Adelita está saliendo a escondidas con un Cholón lleno de oro por todos lados’. La verdad salió a la luz y por fin abrí los ojos. Estaba con una mujer recontra interesada que estaba jugando a dos cachetes, porque también salía con un empresario transportista, dueño de una flota de buses. Una noche la encaré: ‘Eres de lo peor, no vales un peso’.

Y ella me respondió: ‘Chato, tú crees que soy tu mueble, me haces el amor y de ahí te vas a dormir con tu linda esposa. Yo merezco algo mejor que un hombre casado que no piensa en ningún futuro conmigo’. Desde esa discusión se desapareció. Confieso que la extrañaba y buscaba por los lugares donde gozábamos la vida loca, pero se hizo humo. Comencé nuevamente a emborracharme con Pancholón, quien me presentó a ‘Carito’, con quien cantaba ‘Hazme olvidarla, por favor, hazme olvidarla, hazme sentir que no es la única mujer, arráncala de mi piel...’.

Pero a los dos meses apareció otra vez Adelita, bella y misteriosa, ¡¡en un carro del año!! Se lo había regalado el ‘Cholón’. ‘Chato, sube, no preguntes nada y hazme el amor’. En la cama me confesó que había aceptado casarse con el transportista. ‘Ahora, tú serás mi amante’, ordenó. Y en eso me convertí. Pagaba los hoteles, las cenas, el trago. De vez en cuando me decía: ‘A él no lo amo, a ti sí, así que sepárate de tu esposa y volvemos’. Pero felizmente ya había pasado la tormenta. Qué iba a dejar a mi señora por una mujer de esa calaña. Me había demostrado su verdadera cara. Se convirtió en una más para mí. Ya ni sentía ganas de hacerle el amor. Poco a poco se esfumó de mi vida”. Pucha, ese Chatito, con su cara de tranquilito, también es un tremendo mujeriego, pero no como el cochino y sinvergüenza de Pancholón. Me voy, cuídense.

tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC