Fidel Castro. (Foto: AFP)
Fidel Castro. (Foto: AFP)

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por sus tallarines verdes con su churrasco a la inglesa encima y su jarrita de cebada calentita.

“María, ayer te contaba que ‘El Sonámbulo’ les estaba dando una charla sobre la Revolución Cubana por Zoom a sus alumnos, pero se quedó corto. ‘Gary -me dijo el legendadrio periodista-, nos quedamos en que Fidel tomó el poder total de la isla y no cumplió con la promesa de convocar a elecciones democráticas, mas bien se dedicó a expropiar haciendas y empresas de los mismos empresarios y hacendados que financiaron su insurrección.

Por esta razón, el presidente norteamericano John F. Kennedy, en 1961, no se opuso a que la CIA financiara una invasión a la isla con cubanos anticastristas y mercenarios. Pero los invasores al llegar a la playa Girón, en la bahía Cochinos, fueron aniquilados por el ejército de Fidel. Kennedy expidió una ley donde se ordenaba el bloqueo y el embargo económico norteamericano a Cuba, que se extendió hasta la fecha. Por esta razón Fidel viajó a la entonces Unión Soviética comunista y se lanzó a los brazos del líder comunista Brézhnev. Al regresar, cambió el nombre de su partido por el de Partido Comunista Cubano. Hipotecó la economía de la isla a la potencia comunista. Esas dádivas nunca permitieron crecer económicamente. Se prohibieron las empresas privadas, a los emprendedores.

Se eliminaron los partidos políticos, la libertad de prensa y a los disidentes y gays los recluían en infames campos de concentración. Nunca desarrollaron una industria farmacéutica nacional, creyendo que los suministros soviéticos serían eternos. Hoy, con la pandemia, están pagando caro, porque no tienen medicinas ni divisas para adelantar pagos a laboratorios. Pero a Fidel se le vino la noche con la disolución de la Unión Soviética y el ingreso de Boris Yeltsin, presidente ruso, quien le quitó todos los subsidios. Muchos pensaron que con la crisis económica el gobierno iba a caer, pero la represión y cierta apertura económica, propiciando la llegada de grandes cadenas hoteleras extranjeras, entre otras medidas, salvaron al régimen, pero la situación de la mayoría de los cubanos es paupérrima, porque su tarjeta de ‘racionamiento’, un paquete de alimentos otorgado por el Estado, es irrisoria.

La Venezuela de Chávez también les lanzó un ‘centro’ económico con petróleo, compra de su azúcar y envío de convoyes de alimentos. Pero murió Chávez y otra vez volvieron a colapsar. Ese sistema ha fracasado y si quieren que no haya una revolución sangrienta y que Raúl Castro y el presidente títere terminen como el sátrapa comunista rumano Ceaucescu, asesinado por las masas, deben convocar a elecciones libres’”.

Pucha, ese señor Sonámbulo sabe explicarnos las cosas como un verdadero ‘profe’. Me voy, cuídense.


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