Mi amigo Gary llegó al restaurante por su lomito saltado con cebollas crocantes y papas nativas fritas, acompañado de su jarra de agua de maracuyá. “, es increíble que una congresista izquierdista como , del , haya tenido trabajando en su despacho a una condenada por terrorismo del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (). era nada menos que la administradora de las mal llamadas ‘cárceles del pueblo’, pequeñas mazmorras estrechas, sin luz y malolientes, donde los emerretistas encerraban a los empresarios que secuestraban para canjearlos por dinero. Según la Dincote, entre 1984 y 1997, dicha organización terrorista encabezada por Víctor Polay Campos ejecutó 46 secuestros contra civiles. El primero fue el del banquero español José Antonio Onrubia, quien fue mantenido cinco meses en un contenedor. El último secuestro fue el de los rehenes de la casa del embajador del Japón.

El primer personaje encerrado en las ‘cárceles del pueblo’ fue el empresario David Ballón Vera, representante del Banco Minero. Lo raptaron cuando transitaba por la cuadra 5 de la avenida Tomás Marsano una tarde de setiembre de 1992. Allí fue emboscado por una ambulancia robada y dos falsos patrulleros, en los cuales iban quince subversivos armados con fusiles AKM. Luego de cinco meses, Ballón fue encontrado en una calle de San Miguel, con dos balazos en la cabeza, con claras muestras de haber sido torturado y con solo cuarenta kilos de peso. Ese fue el inicio de una segunda escalada de secuestros del MRTA, que en 17 meses plagió y tuvo meses en esas condiciones infrahumanas a doce personas. En ese tiempo asesinaron de la misma manera a Pedro Miyasato Miyasato y Fernando Manrique Acevedo. Pero el plagio más espectacular fue el del empresario televisivo Héctor Delgado Parker, a quien le hicieron un reglaje de varios meses para conocer todos sus movimientos. Incluso, llegaron a saber qué tipo de armamento era necesario para perforar la carrocería del Mercedes Benz que todos los días lo trasladaba. Lo tuvieron seis meses en cautiverio y se especula que por su rescate se pagó cerca de medio millón de soles. Las ‘cárceles del pueblo’ eran sórdidos socavones, donde torturaban a las víctimas y les tomaban fotos para enviárselas a sus familias para ‘ablandarlas’ y obligarlas a pagar el rescate exigido. Así operaba este demencial grupo terrorista, que durante dos décadas provocó el derramamiento de sangre y lágrimas en el Perú, al igual que . Es una historia que los jóvenes deben conocer”. Pucha que mi amigo Gary tiene razón, esos años fueron terribles. Me voy, cuídense.

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