Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un delicioso caldo de mote con pata de vaca, mondongo y papa blanca. Para tomar, jugo de piña. “María, luego de la pandemia que obligó a todos los países del mundo a un confinamiento a fin de no morir de coronavirus, se ha desatado una crisis económica sin precedentes, que se vio agravada por esa absurda guerra que provocó Rusia al invadir Ucrania a principios de año. Miles de peruanos se han quedado sin trabajo, a cientos de miles más no les alcanza la plata porque los alimentos y servicios suben todos los días. Muchos ya han pasado a trabajar en dos sitios para poder mantener a sus familias.

MIRA: Muerte en las pistas

Por eso, me cae mal cuando algunos personajes de la televisión salen en los programas a ufanarse de sus zapatos de cuatro mil soles o sus carteras Gucci de tres mil dólares. Otras, especialmente las llamadas ‘influencers’, presumen de sus viajes a sitios paradisíacos como Tulum, Miami, Aruba o Punta Cana. Eso, para los que trabajan de sol a sol para poder alimentar a sus hijos, o para los que tienen que vender caramelos en los micros porque sino no comen, les debe caer muy mal y es hasta insultante. Qué tal falta de empatía. Y lo más triste es que lo dice gente que no aporta nada al país.

Los productores de esos programas deberían ponerse a pensar y evitar que el pueblo tenga que soportar las peroratas de esas personas. Más bien, deberían poner historias de gente que logró alcanzar el éxito a través del estudio o el esfuerzo y creatividad propios. Ejemplos de eso hay varios. Sin ir muy lejos, esta semana Trome publicó el caso de Sebastián Ramón León Arce, un joven de 17 años que, en su segundo intento, logró una vacante para estudiar la carrera de Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UNI. El muchacho perdió la vista a los 13 años tras golpearse la cabeza cuando jugaba con sus amigos. Pero eso no lo derrumbó, siguió estudiando, adoptando otros métodos. Su capacidad de resolver problemas matemáticos en forma mental es asombrosa. Probablemente cuando acabe la carrera será un científico importante para el país.

Esa clase de personas necesitamos, no gente sin cultura ni educación que cree que lo más importante en la vida es comprarse un par de zapatos con cuyo valor se pueden alimentar cuatro familias en el Perú durante un mes. La clase también se refleja en esos actos. Eso de gritar a los cuatro vientos que tienen plata, que viajan, que se visten con ropa cara, es de gente sin cultura. A los jóvenes les pido que no se reflejen en ese espejo. Dedíquense a estudiar, a trabajar con honestidad para lograr sus objetivos, para progresar, para darse sus gustos, pero sin hacer alardes tontos”. Gary tiene razón, más respeto con los necesitados. Me voy, cuídense.

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