La seño María
La seño María

El Chato Matta llegó al restaurante por un rico cebiche de corvinilla y un risotto con langostinos con quesito rallado. Para la sed, se pidió una chicha morada al tiempo. “María, el jueves estaba con ganas de tomarme un roncito, así que saqué una botella de mi barcito. Paré en un grifo para comprar gaseosa y hielito. Había quedado con una amiga que siempre me dice ‘llámame cuando quieras y la hacemos’. Iba rumbo a su casa y entró un mensaje a mi ‘wasap’: ‘Chato, soy Charito. Ya no pasa nada con el ‘Pelao’, anda todo el día ‘coqueado’. Llévame a La Posada o donde tú quieras, este secreto que tienes conmigo nadie lo sabrá’. Al toque pensé: ‘el diablo me está tentando’. Sabía que no podía pecar con ella, porque es jugar con fuego. Todos dicen que su novio ‘Pelao’ es un peligroso ‘nacho’ que se moviliza en una tremenda camioneta con lunas polarizadas, maneja tarjetas de crédito doradas, viaja al extranjero y siempre anda armado. Pero no me pude resistir.

Charito fue mi antiguo amor, pero me dejó por el dinero del maleante. Se me metió el ‘gusano’. Agarré mi botella de ron y cambié de ruta. La recogí a unas cuadras de su casa y no paré hasta La Posada, el hostal de los infieles. Apenas entramos a la habitación, me dijo ‘dale matador, quiero sentirte’ y puso en su celular ese gran tema de David Pabón. ‘Aquel viejo motel, trae recuerdo del día que te hice mujer/tú te negabas yo insistiendo/ pero después fuimos cayendo/ al dulce abismo que pretendes esconder/ aquel viejo motel/ de pobres luces, de todos el peor...’.
Se quedó en un babydoll rojo transparente que me dejó sin aliento. Hicimos de todo. Se había convertido en una fiera.

‘Chatito, tú siempre has sido especial para mí. Cuando estoy con el ‘Pelao’, pienso en ti. Ese para drogado todo el día y no pasa nada. Tú sí me haces sentir mujer’. Yo me reía en silencio, en medio de la oscuridad. La verdad es que nunca he creído ni una sola palabra de las trampas, así que dejé que hablara. Al rato, el ron se me subió a la cabeza. En esos momentos de locura, sentía que estaba enamorado de ella. Pero solo fue un ratito. Cuando terminamos, quedé peor que Paolo cuando fue eliminado hace poco por San Lorenzo de la Copa Libertadores. Sin piernas. Casi me quedo dormido, pero recuperé la lucidez. La verdad es que estaba arriesgando mi vida. ‘Mejor nos vamos, mami, no vaya a ser que tu ‘Pelao’ vuelva a casa y no te encuentre’, le dije.

‘Ya no pienses en él y abrázame, quiero estar pegadita a ti toda la noche’, me dijo melosa. Insistí en que teníamos que irnos, pero comenzó a gritarme. ‘Eres un maricón. ¿Qué te has creído, que puedes usarme y luego botarme como a una basura? ¡Desgraciado, así son todos los machistas como tú, perro!’, me gritaba, mientras rompía las cosas del cuarto. El escándalo fue tan grande que llegó el cuartelero asustado y yo aproveché para escapar. Lo malo es que ahora me timbra al celular hasta en la madrugada para decirme que le contará todo al ‘nacho’. Estoy palteado y no puedo dormir”. Este Chato Matta no cambia. Me voy, cuídense.

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