Por: Enrique Silva Orrego

sigue siendo, a los 77 años, el gran cineasta de vitalidad incansable, como lo demuestra, su nueva e impresionante realización. Reúne después de más de dos décadas a Robert De Niro y Joe Pesci (salido de su retiro voluntario) desde la excelente ‘Casino’ (1995), sin olvidar por supuesto esos dos hitos que son ‘El toro salvaje’ (1980) y ‘Buenos muchachos’ (1990) en su filmografía. Junta también a De Niro con Harvey Keitel, quienes eran muy jóvenes cuando los dirigió en su tercer largometraje, ‘Calles peligrosas’ (Mean Streets), en 1973, y después en ‘Taxi Driver’ (1976). Además, ha tenido por fin la oportunidad de trabajar con Al Pacino.

‘El irlandés’ es el relato complejo y soberbio de un ‘zorro viejo’ que se las sabe todas. Scorsese regresa a ese universo de mafiosos, homicidas y estafadores que suele exponer con rigurosidad, y tiene aquí mucho de crepuscular. Está basado en el libro ‘I Heard You Paint Houses’ (He oído que pintas casas) de Charles Brandt, título que alude precisamente al oficio de los asesinos a sueldo.

Frank Sheeran (De Niro), excombatiente de la II Guerra Mundial con una singular frialdad para matar, es un personaje oscuro, a la sombra de los ‘padrinos’ de turno. Fue transportista y se unió al poderoso sindicato de camioneros manejado por Jimmy Hoffa (Pacino). Su estrecha vinculación con el mafioso Russell Bufalino (Pesci) le permitió ganar un dinero extra como sicario y alcanzar una mejor posición como una suerte de guardaespaldas del temperamental Hoffa. Hacia el final de su existencia confesó haber estado involucrado en la muerte del líder sindical, pero lo cierto es que hasta el día de hoy, el asunto es un misterio.

El relato se inicia en un asilo de ancianos y la cámara se dirige hasta Sheeran. De ahí en adelante el bandido de poca monta cuenta la historia de su vida en el hampa mediante saltos en el tiempo. Todo lo que su memoria recuerda en medio de la soledad. Las relaciones con Bufalino, Hoffa y Angelo Bruno (Keitel), otro capo mafioso. La familia, las amistades, las lealtades, traiciones y muertes, y el contexto histórico (la elección de John F. Kennedy, su posterior asesinato, la crisis cubana).

Empero, que nadie se engañe. En sus 3 horas y media no hay espacio para la intensidad de ‘Buenos muchachos’, ‘Casino’ o ‘El lobo de Wall Street’ (2013). El ritmo es sosegado, sereno, con una dinámica de trámite cotidiano y detallista. Las escenas de violencia son rápidas y secas, no hay necesidad de insistir en virtuosos movimientos de cámara, unos cuantos son suficientes. La música y canciones antes que remarcar las acciones, las acompañan de manera sutil. La fotografía de Rodrigo Prieto y el montaje de Thelma Schoonmaker son dos fortalezas indiscutibles.

Hay en esta ambiciosa crónica criminal una tremenda vocación testamentaria, hecha con mano maestra. Emociona ver en pantalla a estos viejos actores tan sumergidos en sus respectivos roles. Sobre todo a De Niro y Pesci, cuyas escenas juntos poseen una química que conmueve. Una película indispensable.


Contenido sugerido

Contenido GEC