Este Búho ve por televisión la salida del más grande narcotraficante peruano, Demetrio Chávez Peñaherrera, ‘Vaticano’. Estaba vestido deportivamente, sonriente, algo gordito. Todavía se dio el lujo de dar un consejo a los jóvenes, después de 22 años de merecido encierro: ‘Que la juventud no haga lo que yo hice’. Este narcotraficante no es el que en 1996, después de haber acusado directamente al entonces poderoso en una audiencia pública, de haberle cobrado durante más de un año 50 mil dólares mensuales para dejarlo operar sin problemas en Campanilla, se retractó gritando “sáquenme de aquí… ‘Capulina’ (militar al que le entregaba el dinero para el ‘Doc’) se apareció en mi celda. ¡Me han amenazado, ya no voy a declarar. Me retracto, no dije nada!”

Ese fue el primer Demetrio Chávez que vi. ‘Lo han torturado en la Naval’, señalaban los periodistas. Montesinos y el presidente Alberto Fujimori, quien le dio todo el respaldo a su asesor, podían sonreír satisfechos. La crisis política que podían haber generado las acusaciones de ‘Vaticano’, después plenamente comprobadas, se habían diluido gracias a interrogatorios ‘científicos’ y a la actuación protagónica de la fiscal de la Nación, Blanca Nélida Colán, madrina de Samantha, hija del ‘Doc’. Ella corrió a defender a su compadre en el programa ‘La revista dominical’, servil al gobierno fujimorista, que dirigía Nicolás Lúcar.

Tiempo después, en la Base Naval, una comisión nombrada por el ¡mismo Fujimori! investigaba los vínculos de Montesinos con el narcotráfico, y el fiscal Tony García Cano llegó a entrevistar a ‘Vaticano’. Esa tarde, el capo lanzó frases de antología: ‘Vladimiro Montesinos es más narcotraficante que yo. Él es el verdadero Pablo Escobar. ¡Quiero hablar!’ Y habló. Contó que en 1990 construyó la más grande pista de aterrizaje en la propia Marginal, en Campanilla, con una inversión de 400 mil dólares. ‘Pero un sorpresivo operativo desde la base antidrogas de la policía en Santa Lucía, a cargo del coronel Gustavo Ríos Pita, destruyó por completo mi pista. Estaba desolado y pensé irme de allí, pero el capitán del Ejercito, ‘Capulina’, me dijo que conocía en Lima a una persona muy influyente en el gobierno, el brazo derecho del presidente, Vladimiro Montesinos.

Hablé con él y me dijo que siguiera operando. Mis contactos en Santa Lucía me informaron que Ríos Pita había viajado a Lima. Creyó que lo llamaban para darle un ascenso. Pero le informaron que lo relevaban del mando. Montesinos cumplía’. ‘Vaticano’ terminó traicionado por el ‘Doc’ y el valiente coronel Gustavo Ríos Pita vio destruirse su carrera. Durante años el ‘narco’ se enfrentó con los terroristas de Sendero Luminoso por el control de la zona. Dijo que, en Campanilla, se vengaba de los senderistas que atacaban su campamento: ‘Si agarraba a uno, lo barnizaba con miel de azúcar y le echaba decenas de hormigas isula, de 3 centímetros. Son venenosas, pero no mortales.

Su picadura se siente como si te atravesara un proyectil’. En el 2011, una periodista del diario ABC de España entrevistó a ‘Vaticano’ en su celda y este, dibujando en su mente el día que dejaría la cárcel, le dijo: “Quiero salir en dos helicópteros con varias anfitrionas. Me encantaría aterrizar en el hotel Westin —el más alto de Lima— y filmarlo todo”. Pero ayer dejó la cárcel y se fue en un modesto taxi que, encima, chocó con un mototaxi. El narcotráfico corroe la política y de seguro buscará ofrecer su dinero sucio a candidatos sin escrúpulos. Estaremos alertas. Apago el televisor.

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Este Búho ve por televisión la salida del más grande narcotraficante peruano, Demetrio Chávez Peñaherrera, ‘Vaticano’. Estaba vestido deportivamente, sonriente, algo gordito. Todavía se dio el lujo de dar un consejo a los jóvenes, después de 22 años de merecido encierro: ‘Que la juventud no haga lo que yo hice’. Este narcotraficante no es el que en 1996, después de haber acusado directamente al entonces poderoso en una audiencia pública, de haberle cobrado durante más de un año 50 mil dólares mensuales para dejarlo operar sin problemas en Campanilla, se retractó gritando “sáquenme de aquí… ‘Capulina’ (militar al que le entregaba el dinero para el ‘Doc’) se apareció en mi celda. ¡Me han amenazado, ya no voy a declarar. Me retracto, no dije nada!”

Ese fue el primer Demetrio Chávez que vi. ‘Lo han torturado en la Naval’, señalaban los periodistas. Montesinos y el presidente Alberto Fujimori, quien le dio todo el respaldo a su asesor, podían sonreír satisfechos. La crisis política que podían haber generado las acusaciones de ‘Vaticano’, después plenamente comprobadas, se habían diluido gracias a interrogatorios ‘científicos’ y a la actuación protagónica de la fiscal de la Nación, Blanca Nélida Colán, madrina de Samantha, hija del ‘Doc’. Ella corrió a defender a su compadre en el programa ‘La revista dominical’, servil al gobierno fujimorista, que dirigía Nicolás Lúcar.

Tiempo después, en la Base Naval, una comisión nombrada por el ¡mismo Fujimori! investigaba los vínculos de Montesinos con el narcotráfico, y el fiscal Tony García Cano llegó a entrevistar a ‘Vaticano’. Esa tarde, el capo lanzó frases de antología: ‘Vladimiro Montesinos es más narcotraficante que yo. Él es el verdadero Pablo Escobar. ¡Quiero hablar!’ Y habló. Contó que en 1990 construyó la más grande pista de aterrizaje en la propia Marginal, en Campanilla, con una inversión de 400 mil dólares. ‘Pero un sorpresivo operativo desde la base antidrogas de la policía en Santa Lucía, a cargo del coronel Gustavo Ríos Pita, destruyó por completo mi pista. Estaba desolado y pensé irme de allí, pero el capitán del Ejercito, ‘Capulina’, me dijo que conocía en Lima a una persona muy influyente en el gobierno, el brazo derecho del presidente, Vladimiro Montesinos.

Hablé con él y me dijo que siguiera operando. Mis contactos en Santa Lucía me informaron que Ríos Pita había viajado a Lima. Creyó que lo llamaban para darle un ascenso. Pero le informaron que lo relevaban del mando. Montesinos cumplía’. ‘Vaticano’ terminó traicionado por el ‘Doc’ y el valiente coronel Gustavo Ríos Pita vio destruirse su carrera. Durante años el ‘narco’ se enfrentó con los terroristas de Sendero Luminoso por el control de la zona. Dijo que, en Campanilla, se vengaba de los senderistas que atacaban su campamento: ‘Si agarraba a uno, lo barnizaba con miel de azúcar y le echaba decenas de hormigas isula, de 3 centímetros. Son venenosas, pero no mortales.

Su picadura se siente como si te atravesara un proyectil’. En el 2011, una periodista del diario ABC de España entrevistó a ‘Vaticano’ en su celda y este, dibujando en su mente el día que dejaría la cárcel, le dijo: “Quiero salir en dos helicópteros con varias anfitrionas. Me encantaría aterrizar en el hotel Westin —el más alto de Lima— y filmarlo todo”. Pero ayer dejó la cárcel y se fue en un modesto taxi que, encima, chocó con un mototaxi. El narcotráfico corroe la política y de seguro buscará ofrecer su dinero sucio a candidatos sin escrúpulos. Estaremos alertas. Apago el televisor.

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