Los flagelantes de Santo Tomás. Foto: EFE
Los flagelantes de Santo Tomás

Estamos en plena , días destinados para los fieles católicos, quienes aprovechan estas fechas para reflexionar y revivir la pasión y muerte de Jesucristo. Sin embargo, algunas costumbres extremas pueden que te dejen realmente impactado, como quedaron muchos usuarios de tras conocer la práctica de los ‘Flagelantes de Santo Tomás.

Santo Tomás es un pueblo ubicado al norte de al cual acuden cada Semana Santa decenas de fieles católicos que quieren experimentar por cuenta propia el sufrimiento de Jesucristo antes de morir en la cruz.

Los penitentes recorren descalzos alrededor de tres kilómetros a ritmo de procesión, siete pasos hacia delante y tres para atrás, mientras se azotan la espalda con un látigo que termina en siete bolas de parafina, según consignó la agencia EFE. Todos buscan curar enfermedades o arrepentirse de sus pecados.

Cada uno de los fieles que se atreve a participar en la tradición de los flagelantes de Santo Tomás debe visitar siete cruces dispuestas en todo el camino. Allí se arrodillan, rezan y un penitente veterano, llamado picador, debe cortar los hematomas y limpiar la sangre que brote de las heridas para evitar que se coagule.

En total son siete incisiones, en siete cruces, en el último de los viernes de la cuaresma. En número siete conmemora la cantidad de frases que pronunció Jesús antes de morir clavado en la cruz en el monte Gólgota.

Pero no solo los flagelantes de Santo Tomás causan conmoción con sus penitencias. También hay otros fieles que practican otros suplicios igual de dolorosos. Por ejemplo, algunas mujeres llevan a cabo el ‘Brazo de la amargura’, que consiste en fijar el brazo derecho sobre una estructura de madera al mismo tiempo que se sostiene una copa de vino sin derramar ni una gota.

Otras mujeres más jóvenes deciden mostrar su sacrificio cargando una enorme cruz de madera de dos metros de alto y metro y medio de ancho sobre su hombro, con una corona de espinas en la cabeza. Todos realizan el mismo recorrido que los flagelantes de Santo Tomás.

Cabe indicar que esta sangrienta tradición tiene al menos unos 200 años. Aunque no está comprobada su fecha exacta de origen, se cree que tuvo lugar entre 1850 y 1861 en España. Fue traída desde Sevilla hasta Colombia en las épocas de la colonia.

Por su parte, la Iglesia Católica ha decidido no pronunciarse más acerca de la brutal práctica, ya que según dicen, incentiva el morbo. Asimismo aseguraron que el sacrificio de los flagelantes de Santo Tomás no tiene nada que ver con la pasión de Cristo y recordaron que la Biblia dice que cuando se hace penitencia, ‘enciérrate en tu cuarto para que nadie lo note’.

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