Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación

En febrero del 2012, cuando el entonces congresista investigaba los actos de corrupción del segundo gobierno del expresidente Alan García, fue llamado por su colega Marisol Espinoza, quien en ese momento era vicepresidenta de la República del gobierno del presidente Ollanta Humala.

“Me sorprendió su llamada, pues no éramos muy cercanos. Acudí rápido a verla y, tras unas pocas palabras, me entregó un papel y me dijo: ‘Necesito que dejes sin efecto la citación a (José Antonio) Chang’. En medio de mi sorpresa, solo atiné a preguntarle por qué. Me dijo que ella estudiaba una maestría en la Universidad San Martín de Porres, cuyo rector era Chang y no quería tener problemas. Agregó que Chang era su amigo”.

Tiempo después se conoció que el interés de Espinoza se debía a que Chang le había dado una beca de estudios. Chang había sido ministro de Educación de Alan García, y Tejada lo investigaba porque autorizó millonarias obras durante su gestión.

Esta es una de las anécdotas que cuenta Sergio Tejada en ‘El Reino de la Impunidad’ (editorial Penguin Random House), un libro de obligatoria lectura, en donde relata las presiones, dificultades y hallazgos que encontró, desde el primer día, cuando le tocó presidir la Megacomisión del Congreso, que investigó el segundo Gobierno de García.

Apenas anunció que citaría a Alan García, Tejada empezó a recibir mensajes amenazantes. Un emisario del exmandatario le dijo a uno de sus familiares mientras tomaban un café: “García no quiere que lo citen. No lo citen y Sergio podrá tener una carrera política asegurada, pero si lo cita lo vamos a destrozar”.

Tejada lo citó y en respuesta recibió una demoledora campaña personal e íntima en su contra. Lo mismo le pasó a su asesora, la destacada periodista de investigación Mónica Vecco, quien terminó enjuciada.

Tejada narra el día en que citó a García: “(…) Era un hombre grande que mantenía la cabeza erguida para mirar a todos desde arriba. Transmitía soberbia, pero también algo de inseguridad. (…) Al darme la mano me dijo: ‘Yo conozco a su abuelo, David Tejada de Rivero. Fue mi ministro’”.

Los congresistas apristas también le pedían favores a Tejada. En una oportunidad, cuando dijo que citaría a Luis Nava Guibert, el secretario personal de García, se le acercó el parlamentario Javier Velásquez. En tono suplicante le dijo: “Sergio, no cites a Luchito Nava. No cites al doctor. Él no tiene nada que ver”.

El pedido tuvo un efecto contrario, y Tejada puso en el banquillo a Nava. Aunque este negó todo, el tiempo le dio la razón a Tejada: el año pasado, cuando fue detenido, Nava confesó que Alan García recibía sobornos de la empresa Odebrecht.

El libro de Tejada permite ahondar más en el actuar personal de un exmandatario que prefirió matarse antes que enfrentar a la justicia. Nos vemos el otro martes.

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