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El pasado 6 de octubre del presente año, fue designada como la nueva ministra de Cultura por el presidente Pedro Castillo, en reemplazo de Ciro Gálvez. En dos meses y tres días de gestión charla con TROME en plena inauguración de la exposición Ruraq Maki, cuyo objetivo tiene la venta de arte tradicional en Lima, luego de dos años, en la sede central del Ministerio de Cultura, en San Borja, con todos los protocolos de bioseguridad.

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Y es que, Ruraq Maki es para los artistas populares de todo el país, una gran oportunidad económica. Este año participan solo en Lima 109 colectivos y, a nivel nacional, más de 200. Incluso, este año han preparado 7 ediciones de Ruraq Maki, que serán descentralizadas en Cajamarca, Puno, Ayacucho, Lima, Huancayo, Trujillo e Iquitos.

¿Cómo encontró el ministerio de Cultura, a dos meses de ocupar el cargo?

Yo creo que siempre llegar a algún ministerio, por las dimensiones que tiene, no solamente de alcance nacional, sino la gran cantidad de recursos humanos y la diversidad de programas que maneja siempre es bastante complejo. No solamente para conocer por dentro el funcionamiento, sino también para conocer a las personas que hacen posible el funcionamiento del propio ministerio. La verdad que ha sido todo un reto darnos cuenta de muchas cosas que no estaban caminando. Todo eso se enmarca en la pandemia y en el trabajo no presencial que se hace. Entenderás que gran parte del trabajo del Ministerio de Cultura son cosas presenciales, no solo desde las verificaciones que se hacen para las autorizaciones que alguien tiene que ir, mirar que todo esté bien, levantar observaciones, todo un proceso que funciona por el estar ahí. Eso era algo que se hacía con muchas limitaciones. Creo que esa es la razón por la cual hemos tenido problemas para las autorizaciones y permisos. Por otro lado, tiene que ver con la forma de trabajo del exministro Ciro [Gálvez], tal vez diferente a la mía, que era viajar, moverse y relacionarse. Eso distrae de la parte operativa que hay que estar para darnos cuenta de como funciona.

¿Con qué otros problemas se encontró al ocupar el puesto de ministra de Cultura?

El viceministerio de Interculturalidad no tenía a nadie como cabeza. Entonces, cuando se tiene a una sola persona con triples cargos, nada funciona. Uno no puede desdoblarse en diferentes funciones, porque no hace bien lo demás. Eso también ha generado una serie de retrasos, que andamos corrigiendo ahora, y tratando de poner a las personas que pensamos que van a hacer una gran función. Pienso que nos está dando resultado porque en dos meses estamos apurando todo para que al cerrar el año también demostremos que hay una capacidad de gestión, que es el encargo político que nos da el Gobierno, buscando cumplir el presupuesto que ya están determinados para el año, y que hay que ejecutarlos en esa planeación que se tiene.

¿Qué expectativas tiene con la exposición Ruraq Maki?

Yo creo que muchísima expectativa. Ruraq Maki es un programa bandera del Ministerio de Cultura, no es un programa creado ahora, sino tiene 14 años. Pienso que ha ido consolidándose y ganándose un espacio gracias al trabajo de Soledad Mujica como la artífice de estos colectivos de artesanos y artesanas. Tenemos mucha expectativa porque después de dos años estamos volviendo a la presencialidad y a ese espacio necesario para reactivar la economía de nuestros artesanos y artesanas. Además, no solo pensamos en la descentralización de Lima, que, claro, es el mercado más grande, sino en las siete regiones donde Ruraq Maki generará el espacio para mostrar el talento y producción de nuestros artistas, generando una economía. Nos ha ido bien en Cajamarca, hubo un gran mercado y eso nos llena de satisfacción porque nosotros solo brindamos el espacio para que nuestros artesanas ofrezcan el espacio y vendan sus productos. Hay que reconocer que el sector cultura es uno de los sectores más golpeados de la pandemia, ya que no ha habido espacios de feria, no hubo conciertos y muchas personas dejaron de trabajar y de percibir ingresos. La crisis económica también agobia y eso es una atención que nosotros tenemos que mirar de qué manera le generamos los espacios que se necesitan.

Andrea Gisela Ortiz Perea charló con TROME, a dos meses de su gestión en el cargo ministerial.
Andrea Gisela Ortiz Perea charló con TROME, a dos meses de su gestión en el cargo ministerial.

¿Dura 10 días la exposición?

Aquí en Lima estamos inaugurando el día de hoy 10 de diciembre y vamos hasta el 19 de este mes. En realidad el promedio de duración es de cuatro a 10 días a nivel nacional. En algunos casos serán siete días, pero creo que son espacios suficientes para volver a recordar la gran producción cultural artística, con acabados tan finos. Hay que recordar que también hay una venta virtual y que uno puede acceder a esos productos en cualquier época del año. Sin embargo, el contacto físico con quien produce este arte y nos emociona tanto cuando nos cuenta cómo aprendió ese arte y la tradición de esa herencia que se plasma en el producto. Por eso es la apuesta que estamos haciendo con la presencialidad de Ruraq Maki.

¿Qué otras estrategias tienen para que los peruanos valoren el trabajo de su sector?

Todas las culturas tienen la misma oportunidad y atención de parte del ministerio. Tenemos que recuperar esa confianza y que no solo quede en el discurso. Estamos cambiando la mirada hacia nuestros pueblos originarios, afroperuanos. Pronto saldrá la política nacional del pueblo afroperuano, en un espacio que ha sido público, abierto, muy participativo y que esperamos esté listo a fines de diciembre o enero. Por otro lado, tenemos que hacer un crecimiento de trabajo y ser creativos respecto a nuestro patrimonio. Con el presupuesto que tenemos no hay capacidad para atender todo el patrimonio cultural, no solo nuestros espacios arqueológicos que nos deben hacer sentir orgullosos. Muchos de ellos, las huacas no han sido puestas en valor. Para muchos es un montón de tierra lleno de basura, fumadero o el lugar peligroso del barrio por el cual nadie quiere pasar. Esa mirada hay que cambiarla.

¿Y cómo piensa cambiar la mirada de las Huacas hacia la población?

El ministerio no tiene el presupuesto para hacerlo y tenemos que buscar aliados como las universidades, que tienen escuelas de formación en Arqueología y Antropología que pueden intervenir. La empresa privada también puede ser otro aliado y hay que venderles la idea que son espacios en los cuales nos pueden apoyar a poner el valor. No se necesita grandes presupuestos, es como adoptar el patrimonio de una empresa y una vez que esté puesto en valor, todos nos vamos a sentir conectados con ese espacio físico y lo vamos a incorporar como parte de nuestra historia y vamos a ayudar a cuidar. Inclusive los vecinos del barrio van a querer que sea un lugar bonito, que pueda generar una economía pequeña alrededor de ella y ellos van a ser los primeros defensores de esos espacio. La escuela es otro espacio que debemos trabajar para que nuestros niños y jóvenes vuelvan a conectarse con nuestra historia. En los últimos años, parte de nuestra educación regular ha estado como muy distante del involucramiento con nuestra historia nacional, hay que volver a engancharnos, siendo creativos con las herramientas modernas que utilizan como: TikTok y nuevos medios de comunicación, que nosotros estamos distantes generacionalmente y hay que buscar las herramientas que los jóvenes usan para conectarnos con nuestra cultura e historia. Ese es el compromiso que tenemos para los próximos meses.


El pasado 6 de octubre del presente año, Andrea Gisela Ortiz Perea fue designada como la nueva ministra de Cultura por el presidente Pedro Castillo, en reemplazo de Ciro Gálvez.
El pasado 6 de octubre del presente año, Andrea Gisela Ortiz Perea fue designada como la nueva ministra de Cultura por el presidente Pedro Castillo, en reemplazo de Ciro Gálvez.

El artista peruano, como usted indica, ha sido golpeado en esta pandemia, ¿alguna estrategia viene haciendo para apoyarlo?

Para los artistas musicales, en el Gran Teatro Nacional hemos abierto hace dos meses un espacio para que ellos puedan hacer sus presentaciones, con las limitaciones de la pandemia, no estamos a taquilla llena, ya que el aforo es 30%, aproximadamente 400 butacas, y todo el ingreso que ahí se genera va para el artista, como una forma de reactivarse la economía. Le prestamos el espacio, los equipos, y la taquilla va para ellos y tengan así un ingreso económico. Tenemos una lista bien larga de solicitudes de artistas que se quieren presentar, ya que se pasan la voz, por un lado no solo hay música andina, hay rock, criolla, cumbia, va a ver teatro y es para todos los públicos.

Con respecto a la Ley del Artista, ¿hay algún avance para que puedan tener un respaldo y contar con beneficios sociales?

Estamos trabajando una ley del artista. A UNESCO le hemos pedido un acompañamiento técnico y de alguna manera el bagaje de información que tienen de otros países y cómo se pueda generar una ley del artista que sirva para su formalización, y se incorporen a un mercado formal y garantice salud, pensión, por citar algunos derechos. Esto se ha ido construyendo de manera colectiva, no es que Unesco esté haciéndolo como ellos creen, sino se ha realizado una especie de talleres, y espero que las próximas semanas esté culminado. Estamos cerrando las observaciones para que esto empiece a difundirse más públicamente y comience a recibir comentarios. Una vez que lo tengamos, ya hemos conversado con los congresistas amigos para que se pueda presentar y diversos sectores políticos apoyen esta ley. Espero que este trabajo colectivo hecho con mucha participación realmente sirva para el beneficio de nuestros hermanos del arte.

¿Esta ley estaría lista para aprobar el otro año?

Así es, más seguro que para principio de enero, porque estamos cerrando, ya dentro de poco es Navidad y luego de año nuevo y son días que estamos avocados a otras cosas. Yo creo que la primera semana de enero, eso tiene que estar cerrado.

Con el asesoramiento técnico de Unesco le dará mucho peso para que aprueben “la ley del Artista”.

Creo que también para la fundamentación en el sentido que se hace en otros países, cómo se ha ido atendiendo sus derechos. Eso nos ayuda a plantear el tema desde el punto de vista más político.

¿Qué retos se ha planteado al final de su periodo como ministra de Cultura?

Yo espero que esta alta volatilidad que tiene el sector cultura no sea una regla y que realmente haya un compromiso político, al menos de este Gobierno de mantener gestiones más duraderas o en todo caso de tener claro hacia donde está caminando el sector cultural, más allá de que esté yo o no en el cargo, el que venga continúe con esa misión. Pienso que un gran problema que hemos tenido es los cambios repentinos que duran un mes, dos meses, medio año y en ese tiempo no se puede hacer mucho. No digo que no se haga nada, pero no se puede concretar nada. Creo que sí hay necesidad de tener un compromiso más a mediano plazo como para poder tener resultados.

¿Cuáles son los proyectos más urgentes que resolver?

Lo de Caral ya está programado para la intervención judicial el 7 de enero. También seguimos insistiendo con el Ministerio del Interior para el resguardo policial permanente ahí y, con ese tema heredado hace 7 años, poder resolverlo y dejar a la doctora Ruth Shady y su equipo con la tranquilidad para que puedan trabajar sin ningún riesgo. Esto lo decidió el Poder Judicial, en un juicio donde se valoró todas las pruebas. En su última instancia, la Corte Suprema determino que fue invadido ese espacio. Lo que falta ahí es la ejecución y en eso nos hemos comprometido. Estar detrás para que esa fecha del 7 de enero no se cambie, como nos ha pasado en otras oportunidades.

¿Cómo cambiarle la imagen al Ministerio de Cultura?

El cambio de imagen está muy amarrado con el trabajo que uno realiza y el Ministerio de Cultura es recordado por lo de Richard Swing y haber acogido a gente que no trabajaba y que estaban recibiendo grandes sueldos del Estado. Estamos abiertos a recibir cualquier tipo de denuncia y canalizándolas para la investigación, no vamos a tapar nada y no seremos cómplices. Seguimos teniendo un nombre y dignidad que vamos cuidando.

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