La pasión de Xoana por la pintura.
La pasión de Xoana por la pintura.

Papá quiere que lo vea jugar al fútbol así que acá estoy en estas maderas carcomidas por el tiempo, la erosión es inevitable ¡Haciéndole barra y de paso cambiando el aire del día! ¡Qué no se note si hubo moco y apoyando al más malo del equipo! ¡Creo que un cono defiende mejor que tú!

El diablillo me sopla al oído que hubiera sido lindo que me vengas a ver cuando jugaba vóley o hockey o la primera vez que me subí a un escenario vestida de dama antigua en el colegio. O cuando hice danza árabe después de unas clases, faltaba una para la exposición y me mandaron y estaba muy nerviosa. Cada vez en el escenario entre bambalinas te buscaba como si me fueras a sorprender entre el público, las esperanzas nunca las perdí.

Pero al dolor se lo sana con amor así que acá estoy cambiando de roles 30 años después, reemplazando, aceptando, disfrutando y soltando a la nena angustiada que solo tenía su versión, desconociendo el profundo dolor que también del otro lado se aloja en sus cimientos y que me prometí en silencio sanarlos.

En cada palabra dejo la vida y el alma como lo haces en la cancha para impresionarme aunque parece que estás haciendo algún ritual indio para llamar a la lluvia en vez de tocar la pelota.

Debió darse cuenta que estaba abatida, creo que soy muy mala actriz por eso siempre hago de atorrante porque me sale bien, disimular no es mi fuerte. Vio mis ojos húmedos de lágrimas, y le sostuve la mirada con un valor que nunca me creí capaz, hasta que me distrajo unos pelos largos y me reí haciéndole notar que tenía pelos largos en las orejas y que es el peor jugador de fútbol de la historia. Se río hasta con ruido que es difícil para un hombre así y creo que hasta quería abrazarme pero no se animó. Me bastó con el sonido hermoso de su risa contagiosa, sin saberlo sanas mis carencias de afecto.

¡Cuánto me has hecho falta señor de barba candado! Pero la vida es hacia adelante no hacia atrás. Se aprende a caminar, caminando.

Me gusta pensar que el pasado uno se lo inventa a su cómoda subjetividad y que lo qué pasó en realidad no pasó, como un sueño lejano, tan, tan lejos ahí donde no puede doler.

Si el pasado condiciona el presente en su inconsciente, desearía soltarlo y ser libre de cicatrices y mandatos. Pero no sería yo sin mis marcas ni mi pasado.

 

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