John Katzenbach
John Katzenbach

Este Búho aprovecha todo el tiempo que da el aislamiento obligatorio para leer. A veces a uno le hablan de autores que están de moda, que son un boom en ventas en los círculos, y si no los has leído te dicen ‘estás en nada’. Esos comentarios, en vez de animarme a leerlos, me desalientan. ¿Será que no me gusta seguir a la manada? Pero a veces me puedo equivocar, como me sucedió con John Katzenbach (Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos, 1950).

Considerado el nuevo maestro del thriller psicológico, su novela ‘El psicoanalista’ batió record de ventas con más de un millón de ejemplares. Pero el hombre que hoy ha vendido más de diez millones de sus 16 novelas, antes de convertirse en el nuevo mago del suspenso criminal y sangriento de la literatura norteamericana, era un prestigioso periodista de investigación y del área judicial del Miami Herald y Miami News, y firmó artículos para los mejores diarios estadounidenses como The Washington Post.

Sus personajes, sus asesinos en serie, nos adentran en lo más recóndito de la maldad, en esos monstruos que son sus villanos, que no merecen ser llamados ‘humanos’. Él reconoce que ha conocido de cerca a esos seres retorcidos de los que escribe en sus novelas. ‘Cuando llegué al periodismo, comencé a obsesionarme por la maldad humana. En aquella época de reportero pude ver el drama desde la primera fila, como un espectador de lujo. El periodismo me educó y me enseñó toda la maldad de la que la gente es capaz’, aseguró en un reportaje.

Estos ojazos devoraron su novela ‘El estudiante’ (2014), que precisamente es su libro número 14, de una lista plagada de bestsellers y de obras que han sido llevadas al cine como ‘Al calor del verano’ (‘Llamada de un reportero’, con Andy García y Kurt Russell), ‘Juicio final’ protagonizada por Sean Connery o ‘La guerra de Hart’, con Bruce Willis y Colin Farrell. Y como no podía ser de otra manera, su celebérrima ‘El psicoanalista’ ya está en proceso de posproducción.

Pero hablemos de ‘El estudiante’, una obra que te atrapa. Es la historia de Timothy ‘Moth’ Wagner, estudiante de una maestría en la Universidad de Miami. Su vida desde hace cien días cambió radicalmente. Antes de ese tiempo, su existencia se había ido por el despeñadero debido a su adicción al alcohol, que le hizo perder todo lo bueno que tenía, incluso al amor de su vida. Pero fue su tío Ed Wagner, un psiquiatra y alcohólico en recuperación, quien lo sacó del hoyo convenciéndolo para que ingresara a un grupo de Alcohólicos Anónimos. ‘Moth’ está ansioso porque ha quedado con su tío para ir juntos a su celebración en el grupo por sus históricos ‘cien días sin alzar una copa de licor’. Pero su tío no llega a buscarlo y eso le parece algo totalmente extraño.

John Katzenbach autor de 'El Estudiante'
John Katzenbach autor de 'El Estudiante'

El muchacho va a su consultorio y lo encuentra muerto, tirado en un charco de sangre. Según los detectives, fue un suicidio, pero ‘Moth’ piensa que fue homicidio, pues su tío no tenía ningún motivo para matarse. Solo, desesperado, va en busca de ayuda a la única persona en quien puede confiar: su exnovia ‘Andy Candy’, apodo de chiquilla. La muchacha no lo ve hace cuatro años, desde cuando el autodestructivo ‘Moth’ le rompió el corazón, porque ella lo amaba y él había sido su primer hombre. Pero al saber de él solo revive sus fantasmas del pasado (una violación en una cita y un aborto posterior).

Al protagonista lo empiezan a rondar las tentaciones de volver a chupar como antes, como descosido, sin control. Pretexto para olvidar la muerte del hombre que muchas veces le salvó la vida. Y por último, tiene que convencer a Susan Terry, la fiscal del Estado, de que a su tío lo mataron, y la mujer que también esconde algunos sombríos ‘secretitos’ íntimos.

En medio de todo, la mente siniestra del asesino vengativo, que arrastrará a todos a un macabro juego donde tienen terribles cadenas con sus pasados y donde también, llegado el momento, nadie es como creía ser. Desde el mismísimo inicio de la novela, ‘Moth’ nos desnuda su filosofía: “La adicción y el asesinato tienen cosas en común. En ambos alguien quiere que confieses ‘soy un asesino’ o ‘soy un adicto’. En ambos se supone que llega un momento en que tienes que someterte a un poder superior. Para el típico asesino es la ley, policías, jueces o quizás la celda de una cárcel. Para los adictos corrientes es Dios, Jesús o Buda, cualquier cosa concebible más fuerte que la droga o el alcohol. Sométete a ella. Es la única forma de dejarlo. Suponiendo que quieras hacerlo”. Una novela que será una grandísima ‘dosis’ para los adictos al género. Apago el televisor.

Contenido sugerido

Contenido GEC