El Chato Matta cuenta la última de Pancholón.
El Chato Matta cuenta la última de Pancholón.

El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso seco de cabrito con frijoles, arroz blanco, salsa criolla y rocotito molido. “María, recibí el llamado urgente del gran Pancholón, el abogado mujeriego y partidor. ‘Chatito me dijo con voz bajita, deja tu carro y ven al toque donde Felipe, vamos a tomarnos un Cartavio X0 en las rocas y comernos unas alitas al limón. Eso sí, no le avises a nadie, es círculo cerrado. Ven rápido. Clic’. Fui y encontré a Pancho abrazado a su fiel psicóloga, quien le daba besitos en la orejita. ‘Chato, los años pasan volando, increíble ya estamos 2016, la vida me sonríe, tengo un camionetón del año, dólares en mi billetera y bebitas que se acurrucan en este pechito, pero se acerca mi cumpleaños y debo esconderme. La fama trae consigo cosas buenas y malas. Como cantaba el maestro Rubén Blades, en ‘Maestra vida’: …/Y tengo amigos conocidos y enemigos/ amores que me han querido/ y rostros que niegan verme/ Me encontré frente a la muerte/ y en sus ojos he sentido y con el miedo conmigo/ así yo aprendí a quererte/ y hoy sé que nada es seguro/ya que todo es pasajero/ La muerte es el mensajero/ que con la última hora viene/ y el tiempo no se detiene/ ni por amor ni dinero… Tú sabes que he tenido muchas mujeres y estoy en el top ten de los grandes. Encima mi Horóscopo Chino dice que este año me irá bien en el amor, pero las loquitas me persiguen y la próstata ya me está fallando. La verdad es que cada cierto tiempo me topo con alguna mujer que tiene una pelea de gatos en la cabeza. Por ejemplo, una morocha desquiciada, la loca Cinthya me acosaba al punto que tuve que pedir garantías para mi vida. Me seguía y se aparecía en los bufetes de abogados donde trabajaba. Enamoraba a mis amigos para que la datearan de mí y una vez me ¡mordió! ahí… Una vez, en el hotel, se sirvió una chela, se echó ‘Campeón’ y me amenazó con tomárselo si yo no le firmaba un papel que había preparado, donde prometía separarme de mi esposa. Fue la gota que derramó el vaso. Hablé con su familia y alarmados la mandaron a Estados Unidos. Después apareció la ‘Gata’. Fue a mi oficina con un pantalón apretadito, una cintura de avispa y una carita de pícara. Llegó como cliente de mi socio, pero él no estaba, y me clavó una mirada que me desnudó. ‘Doctor Pancholón, me han hablado mucho de usted. Podría hacerle una consultita, pero no sé cómo le voy a pagar’… Me la llevé a comer un cebiche y tomamos unas cervecitas. A la hora ya estábamos chapando y dos horas después en La Posada.

Pero cometí el error de pedir más trago a la habitación. El licor la desquiciaba. Comenzaba hablándome de mi señora. ‘Desgraciado, cochino. Qué haces con esa si yo te doy lo mejor. Eres una basura’. Yo me preguntaba qué demonio se le había metido y pensaba seriamente en buscar un exorcista. Por eso, estoy aquí escondido. Esa loca es capaz de todo. Además, por mi cumpleaños todas quieren encerronas y tengo que hacerla bien, de lo contrario pierdo por goleada”. Pucha, ese señor Pancholón recibe su merecido por cochino. Ya está viejo y sigue más sinvergüenza. Me voy, cuídense.

El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso seco de cabrito con frijoles, arroz blanco, salsa criolla y rocotito molido. “María, recibí el llamado urgente del gran Pancholón, el abogado mujeriego y partidor. ‘Chatito me dijo con voz bajita, deja tu carro y ven al toque donde Felipe, vamos a tomarnos un Cartavio X0 en las rocas y comernos unas alitas al limón. Eso sí, no le avises a nadie, es círculo cerrado. Ven rápido. Clic’. Fui y encontré a Pancho abrazado a su fiel psicóloga, quien le daba besitos en la orejita. ‘Chato, los años pasan volando, increíble ya estamos 2016, la vida me sonríe, tengo un camionetón del año, dólares en mi billetera y bebitas que se acurrucan en este pechito, pero se acerca mi cumpleaños y debo esconderme. La fama trae consigo cosas buenas y malas. Como cantaba el maestro Rubén Blades, en ‘Maestra vida’: …/Y tengo amigos conocidos y enemigos/ amores que me han querido/ y rostros que niegan verme/ Me encontré frente a la muerte/ y en sus ojos he sentido y con el miedo conmigo/ así yo aprendí a quererte/ y hoy sé que nada es seguro/ya que todo es pasajero/ La muerte es el mensajero/ que con la última hora viene/ y el tiempo no se detiene/ ni por amor ni dinero… Tú sabes que he tenido muchas mujeres y estoy en el top ten de los grandes. Encima mi Horóscopo Chino dice que este año me irá bien en el amor, pero las loquitas me persiguen y la próstata ya me está fallando. La verdad es que cada cierto tiempo me topo con alguna mujer que tiene una pelea de gatos en la cabeza. Por ejemplo, una morocha desquiciada, la loca Cinthya me acosaba al punto que tuve que pedir garantías para mi vida. Me seguía y se aparecía en los bufetes de abogados donde trabajaba. Enamoraba a mis amigos para que la datearan de mí y una vez me ¡mordió! ahí… Una vez, en el hotel, se sirvió una chela, se echó ‘Campeón’ y me amenazó con tomárselo si yo no le firmaba un papel que había preparado, donde prometía separarme de mi esposa. Fue la gota que derramó el vaso. Hablé con su familia y alarmados la mandaron a Estados Unidos. Después apareció la ‘Gata’. Fue a mi oficina con un pantalón apretadito, una cintura de avispa y una carita de pícara. Llegó como cliente de mi socio, pero él no estaba, y me clavó una mirada que me desnudó. ‘Doctor Pancholón, me han hablado mucho de usted. Podría hacerle una consultita, pero no sé cómo le voy a pagar’… Me la llevé a comer un cebiche y tomamos unas cervecitas. A la hora ya estábamos chapando y dos horas después en La Posada.

Pero cometí el error de pedir más trago a la habitación. El licor la desquiciaba. Comenzaba hablándome de mi señora. ‘Desgraciado, cochino. Qué haces con esa si yo te doy lo mejor. Eres una basura’. Yo me preguntaba qué demonio se le había metido y pensaba seriamente en buscar un exorcista. Por eso, estoy aquí escondido. Esa loca es capaz de todo. Además, por mi cumpleaños todas quieren encerronas y tengo que hacerla bien, de lo contrario pierdo por goleada”. Pucha, ese señor Pancholón recibe su merecido por cochino. Ya está viejo y sigue más sinvergüenza. Me voy, cuídense.

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