El famoso periodista el 'Sonámbulo' nos trae una alucinante historia.
El famoso periodista el 'Sonámbulo' nos trae una alucinante historia.

El fotógrafo Gary llegó al restaurante por sus tallarines verdes con un churrasco a la inglesa encima. Para tomar se pidió una jarra de hierbaluisa al tiempo. “María, llegué temprano a la Redacción y me encontré con el legendario periodista de Policiales, ‘El Sonámbulo’. ‘Gary -me dijo-, estoy recopilando información sobre las modalidades que tienen los narcos para ‘exportar’ cocaína de Perú a Europa o Estados Unidos. Antes de los ‘contenedores preñados’ de hoy, las mafias de la droga se las ingeniaban no solo para camuflar la droga, sino para corromper a capitanes de barcos mercantes para que escondan la ilegal mercadería en sus naves.

Pero nunca una mafia fue tan osada y arriesgada como la que en enero de 1990 sobornó nada menos que a un comandante de la Marina y capitán del barco Río Eten para que accediera a llevar ¡235 kilos de cocaína de alta pureza, escondidas en la bodega de la nave y en su propio camarote! Recuerdo muy bien ese escándalo, pues yo cubría la fuente Callao y el inmenso y rubio director me había advertido: ‘No quiero que me traigas duelos a chavetas o cuchillos de ‘faites’. En el primer puerto hay casos grandes, para portada’.

En esas pesquisas, mis fuentes de policiales me llamaron: ‘¿Te marea estar en alta mar? Hay un caso grande a una hora del puerto del Callao’. Nos fuimos en un yate prestadito por un empresario de La Punta. ‘Si es para capturar narcos, se los presto, oficiales. Tengo un hijo drogadicto que no trabaja ni estudia por culpa de la maldita cocaína’, nos contó. Llegamos a una nave gigantesca.

El segundo oficial a cargo estaba nervioso: ‘El capitán se encuentra encerrado en el calabozo, está como loco’. Luego narró la increíble historia: ‘El capitán zarpó del Callao eufórico. Había hecho colocar cajas de conservas en la bodega y como sobraron algunas, pidió acomodarlas en su camarote. Luego ordenó que no se le molestara, que se sentía un poco mal del estómago. Estuvo encerrado un día y medio. Luego escuchamos gritos, el capitán salió desnudo, gritando: ‘Se hunde el barco, Satanás nos va a castigar. ¡Todos vamos a morir! ¡Nos hundiremos como el Titanic!’.

Estaba completamente drogado. Entre varios marineros lo controlaron y lo encerraron en el calabozo. Al ingresar a su camarote vieron que se había tomado dos botellas de whisky y había abierto una lata de las conservas que llevaban a Europa y que estaba repleta con cocaína de alta pureza. Esa droga le había provocado delirios de persecución y paranoia, síntoma común en los cocainómanos compulsivos, emulando a Tony Montana, ‘Cara Cortada’. Por culpa de la maldita droga, el capitán fue dado de baja y lo condenaron en el fuero común por tráfico de drogas”. Pucha no sé cómo los cocainómanos pueden arriesgar así sus vidas, la mayoría presenta décadas de consumo y esos corazones en cualquier momento explotan y mueren fulminados por infartos. Me voy, cuídense

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